La dirección de la Mostra ha cambiado de manos. Tras la dimisión de Escrivá por haber incurrido en una incompatibilidad al contratar para el certamen los servicios de una empresa de la que es administrador único (para elaboración de guiones), el cineasta Juan Piquer pasa a ser el nuevo responsable.
La primera medida adoptada, y ante el escaso margen con el que contaba para preparar la próxima edición, ha sido retrasarla al mes de octubre, sin concretar fecha para no coincidir con Valladolid y San Sebastián.
Éste retraso supone por un lado adoptar de nuevo las fechas en que hasta el pasado año se celebraba el festival, y por otro la supresión de algunas iniciativas que no podrán llevarse a cabo por la distinta disponibilidad de salas en uno y otro mes.
Piquer, que se mostró ambicioso hasta el punto de afirmar que pretende a toda cosa alejarse del glamour "casposo" y convertir la Mostra en la "hermana pequeña de Cannes" (ello a pesar de reconocer que hay que tratar de ser realista), ha declarado que su primera intención es ponerse al día de las limitaciones presupuestarias y pasar página en la turbulenta historia de polémicas de los últimos meses.
La Mostra de Valencia, que el pasado junio celebró su XXV aniversario, ha ocupado un plano discreto a lo largo de su historia con una bajada de nivel en los últimos años. Escasas novedades, y cuando estas se producían con poca relevancia/margen hasta su estreno comercial (en su aniversario se estrenaron cintas como Kill Bill 2 o Fahrenheit 9/11, a dos días vista de su distribución en las salas de todo el país) se acompañan de lo que se ha calificado de glamour de viejas glorias o personajes de la fama casposa a la que Piquer aludía.