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'Tiburón' cumple treinta años

Anécdotas y celebraciones en torno al filme

Un artículo de Redacción || 23 / 6 / 2005

El 20 de junio de 1975, Universal estrenaba en 409 salas de Estados Unidos Tiburón, segunda película para la gran pantalla del director Steven Spielberg tras Loca Evasión (The Sugarland Express, 1973), y cuarto de sus largometrajes si consideramos los previos y televisivos El Diablo Sobre Ruedas (Duel, 1971) y Something Evil (1972).

Suele abusarse de la siguiente afirmación, pero en este caso es indiscutible: Tiburón cambió la historia del cine. Para empezar porque puso en órbita a Spielberg, sin duda el cineasta más popular e influyente desde entonces, como demuestran la expectación ante su próxima Guerra de los Mundos o su reciente elección por diez mil lectores de la revista Empire como mejor director de todos los tiempos por delante de Alfred Hitchcock, Orson Welles o Stanley Kubrick.

También, porque Tiburón dio lugar al concepto de blockbuster (revientataquilllas) o pop corn movie, que treinta años después constituye el pilar básico sobre el que vacilan las productoras hollywoodenses. A mediados de los 70 del siglo pasado no se confiaba en el verano como época propicia para los grandes estrenos. Tampoco en la exhibición inicial en centenares o miles de cines, salvo excepciones como El Padrino o filmes exhibidos masivamente el primer fin de semana para contrarrestar el boca a boca sobre su baja calidad.

Tiburón violó ambas convenciones, y en 1977 La Guerra de las Galaxias y Encuentros en la Tercera Fase las remataron. Además, Universal empleó estrategias de promoción agresivas, poco usuales en 1975, y que incluyeron un cartel impactante –homenajeado en la edición 2005 del Festival de Sitges-, la presencia coincidente e interesada en las librerías del best-seller escrito por Peter Benchley en que se basaba el filme, y un gasto de 700.000 dólares en un anuncio emitido en programas televisivos de máxima audiencia.

La táctica del estudio cumplió su objetivo. A pesar de que la producción del filme arrancó sin guión, y de que la historia pasó sucesivamente por las manos de Benchley, Howard Sackler, Hal Barwood, Matthew Robbins, John Milius, Carl Gottlieb y finalmente, sobre la marcha, del reparto y Spielberg. A pesar de que el resultado no era, en palabras del actor y también novelista Robert Shaw –que interpretó a Quint, el cazatiburones- sino "un relato escrito entre demasiadas manos... un pedazo de mierda". A pesar de que Richard Dreyfuss aceptó encarnar al oceanógrafo Hooper "por desesperación". A pesar de que el presupuesto y el tiempo de rodaje triplicaron lo inicialmente establecido. A pesar de que el tiburón de poliuretano construido para la película, y apodado Bruce, solía ponerse bizco y no cerraba bien las mandíbulas. A pesar de que la tensión acumulada provocó que el equipo de rodaje se enzarzara, en presencia de los productores Richard Zanuck y David Brown, en una batalla campal de comida –el actor Roy Scheider, el jefe de policía Brody en el filme, arrojó a Spielberg una macedonia-. A pesar de que el director, desbordado por la presión a poco de empezar el rodaje, llegase a fantasear con simular una lesión que le impidiese realizar la película, y una vez pasado el trago la denostase en 1978 tachándola de obra calculada y violenta con la que no deseaba ser identificado.

A pesar de todo ello, insistimos, se alcanzaron los objetivos deseados: Tiburón recaudó 460 millones de dólares (de 1975) en todo el mundo. En número de espectadores aún se mantiene entre los diez filmes más vistos de la historia del cine, muy por encima de Amenazas Fantasmas, Hombres Arañas, Harry Potters y Anillos varios. La crítica coincidió en alabar la película, que obtuvo en esa temporada varias nominaciones y victorias en los BAFTA, los Globos de Oro y los Oscar. Y el trabajo de Verna Fields como montadora de la película se analiza en las escuelas de cine.

Por otra parte, la repercusión real de un fenómeno se calibra precisamente por su incidencia sobre la realidad. ¿Quién no ha pensado alguna vez en Tiburón mientras disfrutaba en la playa? Posiblemente, sólo el asesinato en la ducha de Psicosis iguale, o supere, tal poder de sugestión cotidiana. Lo mismo puede afirmarse a propósito de la banda sonora compuesta por John Williams.

No ha de extrañar, por tanto, que el pueblecito donde se rodó la película, Edgarstown (Martha's Vineyard, Massachusetts) albergue desde entonces el JawsFest, Festival de tres días sobre Tiburón –cuyo título original era Jaws, mandíbulas- al que acuden más de dos mil forofos. Allí podemos encontrar a Jeffrey Voorhees, que con doce años se internaba con su colchoneta amarilla en el mar y era cruelmente devorado por el escualo. Voorhees todavía recibe cartas de admiradores y peticiones de autógrafos, y cobra 1.000 dólares anuales en conceptos de royalties. También podríamos asistir a una proyección noctura y playera de la película, con una introducción especial grabada por Steven Spielberg, a quien le ha sido imposible asistir a esta edición del evento. O comprobar en vivo el aspecto de Bruce, del que se ha construido una réplica que se exhibe en lugar privilegiado...











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