Marin Karmitz, creador del imperio de producción y distribución francés MK2, dejará en octubre el control de la compañía a su hijo Nathanaël, hasta ahora encargado sucesivamente de la edición en dvd de las películas producidas por su padre, del sello musical del grupo, y de la construcción en París del último complejo de exhibición cinematográfica perteneciente a la familia.
Karmitz ha anunciado que seguirá llevando algunos asuntos, como la expansión de MK2 en China, pero cree llegado el momento de que Nathanaël, de 27 años, afronte la responsabilidad de dirigir un gigante que solo en el sector de la exhibición arrastra cada año a cinco millones de franceses a sus salas.
Algo especialmente destacable si consideramos que Marin Karmitz es un cinéfilo que ha labrado su carrera apostando por lo minoritario, ya que, en sus propias palabras, “entiendo el oficio de productor no como un asunto comercial, sino centrándome en las ganas de trabajar con un director y realizar un guión”. De hecho, Karmitz ejerció en su juventud como ayudante de dirección para Jean-Luc Godard o Agnés Varda, e incluso cuenta en su filmografía con siete films como realizador de marcado carácter combativo.
Su labor más importante, en cualquier caso, ha sido la de productor, distribuidor y exhibidor a través de sus compañías MK Productions (creada en 1964) y MK2 (1980). Entre los cineastas con los que Karmitz se ha comprometido a lo largo de los años figuran Krysztof Kieslowski (Tres Colores: Azul, Blanco y Rojo), Claude Chabrol (La Ceremonia), los hermanos Paolo y Vittorio Taviani (Good Morning Babilonia), Arturo Ripstein (Profundo Carmesí) o Michael Haneke (Código desconocido). Su mecenazgo se ha visto recompensado con ocho premios en el Festival de Venecia, siete en Cannes, cinco nominaciones a los Oscar y una a los César.