Sorprende la última incursión tras las cámaras del niño mimado del cine francés François Ozon.Su anterior filme "8 mujeres" logró reunir a lo mejorcito de la escena francesa(Isabel Huppert, Emmanuelle Beart, Catherine Deneuve y un largo etcetera).Con "Swimming Pool" abandona el reparto coral y traza en tono intimista esta ambigua trama criminal surgida de la inspiración... o tal vez no.Eso es exactamente lo que busca Sarah Morton, exitosa novelista encarnada por la enigmática Charlotte Rampling- repite con Ozon tras "Bajo la arena"-.En un intento por sacar adelante una nueva novela policíaca, Sarah se traslada al sur de Francia a casa de su editor.Pero la apacible estancia se ve truncada por la inesperada visita de la hija del dueño de la casa, una adolescente que desbarata la tranquilidad de la rígida escritora inglesa.
Con un par de asombrosas interpretaciones,Ozon trata de sumergirnos en la trama provocando un contínuo desasosiego remarcado por la música, cuyo suspense hace presagiar el oscuro devenir de los acontecimientos.Pero el director galo se guarda un as en la manga, algo que sólo muestra en los últimos minutos de metraje y que da al traste, en un giro inesperado,con todo el tinglado que se monta entorno al portentoso y casi único escenario: esa piscina que todo lo ve, se convierte así en un personaje más de la acción, promueve la fascinación y el morbo de estas dos mujeres y es testigo de los fraudulentos episodios que se sucedaen en el interior de la casa.
Así pues, lo que se suponía iba ser una intrigante trama de suspense, se sustenta más tarde en la variedad de posibles lecturas.Ozon juega tramposamente con el espectador incitándole a construir por su cuenta, una vez acabada la proyección, el entramado del filme, en un intento por llevar a cabo la compleja labor de separación entre realidad y ficción.Y ese es el acierto del "Swimming Pool" ya que nos brinda la posibilidad de reflexionar acerca de lo visto sin llegar a una conclusión formal.Por tanto, señoras y señores, Hagan juego.