Los efectos especiales, la pirotécnia; el efectismo cada vez más plástico que se da en la actualidad, ha generado un nuevo tipo de cine, muy visual, tan obsesionado con ser espectacular en la forma que la historia se convierte en un mero pretexto. Esta nueva visión del cine ha generado un efecto reacción (aún minoritario, dicho sea de paso), en el que historia, y en mayor medida sus protagonistas, son los auténticos reclamos, estando el resto de elementos a su servicio. Las películas dogma y los documentales son los máximos exponentes de este tipo de cine, perteneciendo “Ser y Tener” a este último género. A pesar de este encuadre, la cinta tiene mucho en común con el ya mencionado cine dogma, e incluso con las producciones convencionales. Lejos de los antiguos documentales, más parecidos a una entrevista o a un “reallity show”, se nos pretende acercar a la vida en un colegio de la Auverne francesa, introduciéndonos en el mismo como un alumno más. Con un ritmo pausado, incluso lento, nos muestra pequeños fragmentos de vida, esbozos de la personalidad, las relaciones y el día a día de doce niños y su dedicado profesor. Sin llegar a entusiasmar “Ser y Tener” sabe mantener el interés del espectador, y hacerle interesarse por las vidas de estos niños durante más de cien minutos, lo cual ya parece raro.
Después del éxito de crítica y público de otros documentales que denuncian la realidad de la sociedad actual, tales como “Bowling for Coloumbine”, o la española “En Construcción”, esta contrasta al no pretender criticar ni elogiar ninguna situación, sólo mostrarla tal como es y hacernos participes de la misma, consiguiendo que el espectador participe de su realidad, con el aliciente de ser tal y como la vida misma.. sin ser por ello una reunión de majaderos ‘made in Gran Hermano’.