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Sangre y tejanos locos - especial de cine
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Sangre y tejanos locos

La herencia de Tobe Hooper

Un artículo de Pablo Vázquez || 03 / 1 / 2004

Año 1974, Texas. Los jóvenes Kim Henkel, guionista, y Tobe Hooper, coguionista y director, se disponen a rodar una película en cuyo guión han estado trabajando sin descanso durante unos quince días. Se trata de la historia de unos brutales asesinatos cometidos por un psicópata cubierto tras una máscara de piel humana, inspirada en las andanzas de Ed Gein, el célebre carnicero de Plainfield. Cuentan con un puñado de actores novatos, encabezados por Marilyn Burns, una cámara de dieciséis milímetros y un presupuesto que comenzó en 60.000 dólares y llegó a estirarse hasta algo más de cien mil. Ninguno de los dos sabía lo que tenían entre manos: “La matanza de Texas”, una película que, para bien o para mal, cambiaría el cine de horror contemporáneo.
El propio Hooper ha descrito el rodaje como algo parecido a una pesadilla: lesiones, desmayos, altas temperaturas, secuencias que se alargaban hasta la extenuación…La mítica escena de la cena del clímax final le costó al equipo más de 27 horas seguidas. ¿Quién dijo que el cine barato es siempre fácil y divertido de hacer?
Tras el montaje, llegaron todavía más problemas. Denuncias y juicios causados por los chanchullos manejados para financiar la película la retuvieron durante cinco años. Cuando al fin consiguió estrenarse, estuvo a punto de ser clasificada X en Norteamérica y fue prohibida en numerosos países, entre ellos Inglaterra. Sin embargo, cierto sector de la crítica estuvo con Hooper desde el principio.
Una de las razones por las que “La matanza de Texas” sigue causando escalofríos es por su estilo conciso y realista, cercano al documental, y su textura de producción amateur. Algo así como el fenómeno de la bruja de Blair, pero en clave de verdadero mal rollo, sin ese aire de experimento de universitarios ansiosos por llenar sus bolsillos.

Las consecuencias de la masacre



La película de Hooper suscitaría una gran cantidad de imitaciones que se extienden hasta la actualidad. Desde modestas producciones de serie B- “El matadero”- a obras de relativo culto – la saga de “Las colinas tienen ojos” de Wes Craven-, pasando por desenfrenadas parodias cómplices –la española “La matanza caníbal de los garrulos lisérgicos”-, la truculenta carnicería de Hooper sería plagiada/homenajeada en numerosos títulos de diversa catadura. Capítulo aparte merecen las secuelas. La primera, convertida en un western polvoriento con sierras mecánicas y todavía bastante interesante, fue dirigida por el propio Hooper en 1986. Más tarde llegarían otras dos secuelas ya puramente reiterativas, la última de ellas dirigida en 1995 por Kim Henkel, guionista de la original.
Por su parte, Hooper emprendería una trayectoria irregular, pero no carente en absoluto de atractivos. Los que manifiestan algo gratuitamente que Hooper jamás pudo librarse del estigma de su primer éxito, minusvaloran la buscada sordidez de “Trampa mortal”, la sobriedad de su adaptación de “El misterio de Salem´s Lot” o incluso los hallazgos de títulos curiosos, aunque parcialmente fallidos, como “Invasores de Marte” o “Lifeforce, fuerza vital”, para confirmar sus teorías. Y sobre todo, hay tenemos “La casa de los horrores”, auténtica obra de culto del horror adolescente, cuyas virtudes llegan a superar a las de su más famosa película.
Por otra parte, hay que reconocer que a partir de su tirante colaboración con Spielberg para el rodaje de “Poltergeist”, su obra cae en picado, refugiándose en películas vacías e insalvables, telefilmes y episodios pilotos para series de televisión. Un período a la deriva en el que, por lo menos, Hooper manifestó un encomiable empeño por no abandonar el fantástico y venderse a productos más comerciales.
Sin embargo, el cine de horror no se olvida de sus viejos fantasmas. Este mismo año, la fiebre de la sierra mecánica será resucitada por una serie de títulos que insuflarán también nuevas energías al terror juvenil. El primero, ya estrenado, es “La casa de los mil cadáveres”, la apabullante y divertida ópera prima de Rob Zombie. Pronto y a lo largo de los primeros meses del año que vienen llegará el remake de “La matanza de Texas”, protagonizado por Jessica Biel, y la correcta pero excesivamente previsible “Km 666”, evidente deudora de las aventuras de Cara de Cuero. No serán las únicas y podrían suponer un punto de inflexión en la trayectoria del horror contemporáneo: dejar de lado la ironía y los guiños de “Scream” y derivados para apostar por la contundencia… incluso, ya que estamos, por la truculencia.
Además, el propio Hooper resucita ahora de sus propias cenizas con “The toolbox murders”, interesante remake de “El asesino de la caja de herramientas”, un oscuro film de culto de los años ochenta. Los que se precipitaron decretando su muerte cinematográfica se equivocaban. Al cine fantástico le encantan los muertos vivientes y Hooper es el perfecto zombie para el nuevo milenio.




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