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La Prueba del Crimen - critica de cine
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La Prueba del Crimen

A todo fuckin’

Un artículo de Diego Salgado || 19 / 10 / 2006

Una cámara epiléptica y unos diálogos infestados de tacos dejan al espectador al borde de lo catatonia

Los créditos finales de La Prueba del Crimen se apoyan en ilustraciones típicas de los cuentos. Con ello su guionista y realizador, Wayne Kramer, parece querer decirnos que todo lo acontecido previamente hay que tomarlo como una fábula, una historia de carácter fantasioso con guiños a la literatura infantil. Lástima que, fuesen cuales fuesen sus ambiciones, incluso aunque en algún momento se perciban en pantalla, se encuentran tan ensordecidas por el chillón envoltorio que el receptor no puede centrar sus pensamientos en lo esencial; si es que cabe hablar de algo esencial en una de las cintas de acción más artificiosas y superficiales que se han estrenado en los últimos tiempos.

Ya la anterior obra del autor, The Cooler (2003), tercera de su filmografía y única exhibida hasta la fecha en España, tenía algo de cuento, con ese infeliz interpretado por William H. Macy que se creía gafe. Pero si en aquella ocasión Kramer se ceñía a las apariencias del cine indie, con diálogos pausados y una realización mortecina, ahora da un volantazo de ciento ochenta grados y se nos revela un seguidor de Guy Ritchie, de David Fincher, de Tony Scott, de los hermanos Wachowski; de cualquier especialista en hacer de la cámara un tiovivo que atraviesa ventanas, acelera movimientos humanos y ralentiza objetos en el aire, se pone cabeza abajo, se multiplica en miles de ángulos y se deleita en la violencia, siempre acompañada por una banda sonora que convierte estornudos en truenos y disparos de pistola en misilazos contra el oído del público.

¿Estos efectos son el resultado de una apuesta de Kramer, aun subversiva? ¿Se deben a que La Prueba del Crimen es también un producto al servicio de su protagonista, Paul Walker (A Todo Gas, Inmersión Letal), que intenta tunear su arquetipo habitual de macarra dando vida en esta ocasión a un mafioso de medio pelo que tiene dieciocho horas para recuperar una pistola usada en una escaramuza criminal? ¿O responden a la intención oportunista, como El Caso Slevin o Revolver, de seguir explotando hasta la náusea el género del thriller posmoderno?

No tiene uno la solución, pero sí la constancia de que la experiencia es agotadora y banal. Que los encontronazos nocturnos de Walker y otros personajes con chaperos, prostitutas, policías corruptos, psycho-killers residenciales y clanes mafiosos siempre se resuelven a gritos, tiros y vuelcos supuestamente ingeniosos de guión, sin que nunca nos interese lo que sucede a los implicados, y en cambio nos vengan a la memoria otras muchas películas. Y que no es de recibo que los diálogos se reduzcan a una sucesión asombrosa de fuck, fuckin’, fuckin’ shit, fuckin’ asshole, fuckin’ cocksucker, fuckin’ bitch y fuckin’ bullshit. En este último aspecto La Prueba del Crimen debe haber roto algún récord intrascendente.

Por destacar algo, Vera Farmiga (El Mensajero del Miedo) interpreta con aplomo a la mujer del protagonista, y los trabajos de fotografía, cámara y montaje son técnicamente irreprochables. Si esto no le es suficiente al espectador, que pruebe a entretenerse contando los fuckin’.

FICHA TÉCNICA DE LA PRUEBA DEL CRIMEN