El ritmo frenético de buena parte del metraje logra que el espectador no se haga demasiadas preguntas.
Justo cuando parecía que el cine de animación en general estaba perdiendo fuelle –con especial preocupación hacia aquellas cintas que presentaban también una poco inspirada versión en 3D–, Dreamworks levanta cabeza y nos ofrece un producto trepidante e imaginativo que reúne a conocidos personajes del imaginario colectivo de la cultura occidental, combinando sus personalidades y características para ofrecernos un producto más que digno.
Papá Noel, el Conejo de Pascua, el Hada de los Dientes, Sandman y Jack Escarcha unen fuerzas para contrarrestar la maldad de un maligno ser que quiere llenar de miedo el corazón de los niños de todo el mundo. Se trata de una especie de Vengadores con personajes del universo infantil, llegando a compartir ambas cintas más de un detalle (la imagen del villano incluso recuerda a Loki).
Como apuntábamos, hay que elogiar el cuidado diseño de los personajes y los escenarios. La novela de William Joyce –ganador además este año del Oscar al mejor cortometraje de animación, por The fantastic flying books of Mr Morris Lessmore– en que se basa encuentra una buena traslación a la pantalla, donde sus creaciones se nos presentan llenas de color, atrayéndonos desde el mismo momento en que aparecen. La animación no busca aproximarse a las directrices de Pixar –tan a la baja últimamente, por otra parte–, sino que brilla con luz propia y gana enteros gracias a su dinamismo. El 3D también aporta jugosos toques, en contraste con tantos estrenos actuales que no logran aprovecharlo al máximo.
La imaginación visual desplegada es importante. El ritmo frenético de buena parte del metraje logra que el espectador no se haga demasiadas preguntas acerca de lo que está viendo, salvándolo de un posible aburrimiento que, pese a todo, va cobrando un mayor protagonismo a medida que avanza la historia y somos conscientes de que entramos en terrenos más predecibles. De todos modos, las moralejas que se van tratando tampoco son desdeñables (con mensajes acerca de la soledad, la responsabilidad y el paso a la edad adulta) y están destinados a varias franjas de edad.
Aunque no se trate de una película infantil al uso –se nota la mano algo tétrica de Guillermo del Toro, que ejerce labores de productor–, logrará contentar a los pequeños de la casa por sus apabullantes imágenes, siendo a buen seguro capaz también de cautivar a adolescentes y de no disgustar a los adultos. Más que de un cuento se trata de una trepidante aventura repleta de acción, irregular en su ritmo pero con las suficientes pinceladas como para engatusar a quien espere encontrarse por fin con un producto mínimamente digno de su precio.