A R3sacón, a estas alturas, no cabe siquiera pedirle un ápice de disimulo.
No vamos a profundizar mucho más en lugares comunes de la mercadotecnia, de la función de las terceras partes como barrido final de recaudaciones ajena a toda idea de autoría, o a la escasa inversión en nuevos títulos por la dependencia de las sagas. La que nos ocupa, traducida en nuestro país como Resacón en las Vegas, es ejemplificativa como pocas de la situación, de cómo acaban las escasas excepciones que se cuelan por entre un sistema cada vez más rígido: hablamos de una cinta que debuta seduciendo al público y crítica por igual en proporciones inesperadas, que quiebra esa unión público- crítica en una segunda parte recurrente hasta lo asombroso, y que para evitar ese mal en la que logra la trilogía promete desenlace y opta por desnaturalizarse con una molesta desgana.
Con este panorama, la entrega que nos ocupa no puede sino cumplir las funciones recaudatoria y de rentabilización de unos personajes que lograron en su primera parte una película referencia. Por más que ante la dificultad de emular la frescura y rebeldía de aquella ocasión los responsables ni siquiera se planteen aquí intentarlo, cabe defender lo razonable de no esforzarse cuando no parece hacer falta, habida cuenta que la audiencia sigue riendo las escasas gracias forzadas que rozan lo grotesco, de que no se inquieta por la preocupante falta de ritmo apenas superado el primer acto y en que la apatía resulta contagiosa.
Sus responsables, en visita promocional, no han cesado de prometer una y otra vez que esta es la última entrega ‘sí o sí’ y que aquí acaba la aventura. Los ávidos periodistas que recordaron otras ocasiones en que se habían realizado afirmaciones parecidas apenas encontraron respuesta reconociendo la posibilidad de que antes o después vuelva en Galifianakis, personaje que con sus excesos irritantes es el mayor recurso de la función y que parece entender perfectamente cómo funciona esta gran mentira. Porque esto no va de cine, ni buenas intenciones ni promesas a la audiencia. Va de hacer caja y a R3sacón, a estas alturas, no cabe siquiera pedirle un ápice de disimulo.