No llega a insultar a la inteligencia con sus hipérboles comiqueras o decisiones argumentales de dudosa verosimilitud.
Probablemente la trayectoria de Baltasar Kormákur no sea particularmente conocida entre la gran audiencia, pero el actor, productor y director lleva años moviéndose entre cine, televisión y teatro y con 2 Guns ha dado un paso al frente de cara a intentar que su complicado nombre sea recordado entre los cinéfilos.
Encargándose de la realización del libreto en que Blake Masters abandona su aportación a series televisivas como LA Distrito Criminal, Rubicón o Brotherhood para dar traslado al cómic de Steven Grant y Mat Santolouco, con 2 Guns ha conseguido que un género tan trillado como el de las buddie movies de acción (aquí con un aire entre farruco y descerebrado y la permanente voluntad de sorpresa), sus dos horas de metraje se deshagan con soltura pasando por encima de sus posibles contradicciones.
De esta forma, las andanzas de Denzel Washington y Mark Wahlberg como agentes encubiertos que desconocen recíprocamente la identidad real de su compañero (al que toman por un maleante en el que apoyarse para proseguir su investigación), apenas se resiente en ritmo en el tramo que debe llevar al desenlace, y pese a lo pretendidamente explosivo y saturado, no llega a insultar a nuestra inteligencia con sus hipérboles comiqueras y decisiones argumentales de dudosa verosimilitud.
Si Baltasar ha cumplido con semejante reto sin caer en los estrafalarios tics de los imitadores de la escuela de Tarantino ni incomodar con maneras chirriantes en sus momentos más violentos, habrá que atender a sus próximas realizaciones, entre las que se encuentra ya confirmada una de las que volverá a ponerle a prueba desde primera línea: Everest, con el coprotagonismo de Jake Gyllenhaal, Josh Brolin y Jason Clarke. Al menos con nosotros se ha ganado enteramente una merecida atención.