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X FESTIVAL DE MÁLAGA. CINE ESPAÑOL.

Cine en castellano bajo pocas estrellas.

Un artículo de Juanma Martín || 18 / 3 / 2007

Clausurada la décima edición del Festival de Málaga, dedicado exclusivamente al cine español, aunque con la mirada siempre puesta también en las cinematografías del otro lado del charco hermanadas con la nuestra gracias al idioma, a uno le queda la sensación en el cuerpo de que la muestra cinematográfica del 2007 no ha cumplido las expectativas generadas por el crecimiento a nivel financiero y la repercusión popular que viene protagonizando el certamen en sus diez años de historia. En Málaga se ha hablado mucho y muy bien del cine, sobre todo del cine español, pero la selección de filmes visionados en las diferentes secciones a concurso pone de nuevo en el candelero la vieja idea de que los trabajadores del cine español, además de buenos y reconocidos profesionales, son ante todo unos soñadores ilusos e inconscientes.

GRAVES INSUFICIENCIAS.

Con la novedad de presentar dos títulos en la Sección Oficial fuera de concurso, uno de ellos no necesariamente reseñable (Four Last Songs, de Francesca Joseph, que clausuró la muestra) y el otro inmerecidamente demasiado importante (Lola, la insufrible y para nada magna obra sobre la Faraona llevada a cabo por Miguel Hermoso), el Festival de Málaga ha cumplido sus diez años exhibiendo uno de los niveles más bajos que se recuerdan. Para empezar, la Organización comenzó programando una Película Sorpresa que resultó ser Un millón de amigos, de Fernando Merinero, de desagradable lucidez y cansino desarrollo sobre un personaje antipático por acumulación de egocentrismo descarado, machismo insoportable y sorna insufrible. Narrada a modo de documental, con precaria materia prima videográfica, la cinta se sigue más por la buena voluntad del insigne espectador que por las inexistentes virtudes del filme.
Entre lo peor del concurso, destaca también Hotel Tívoli, de Antón Reixa, un desastroso collage de historias meramente anecdóticas y personajes esquemáticos que sus actores no pueden ni interpretar porque no hay absolutamente nada verosímil ni en lo que dicen ni en lo que hacen o les pasa. Reixa los une con una excusa absurda, demasiado redundante, que deja de interesar cuando deja de funcionar como anécdota casual y comienza a cobrar vida como leit motiv causal. Divertida por absurda, soportable por desgana, justificable sólo por los euros obtenidos en la fase de preproducción del proyecto, Hotel Tívoli resulta un ejercicio olvidable y casi, casi indeseable.
Las intrascendentes comedias Un buen día lo tiene cualquiera, de Santiago Lorenzo, y Café solo o con ellas, de Álvaro Díaz Lorenzo, defraudaron también desde un punto de vista crítico, aunque fueron muy buen recibidas por el público, quizás debido a la televisiva popularidad de sus protagonistas: Diego Martín y Alejo Sauras. La última, además, logró hacerse finalmente y de manera incompresible con el Premio del Público.

EL MENOR DE LOS MALES

La media de los largometrajes a concurso se situó en una estimable corrección que valió a la mayoría de las películas una discreta posición crítica, aunque algunas de ellas lograran rascar alguna que otra recompensa en el palmarés. No colmaron las expectativas películas como Ladrones, del novel Jaime Marqués, a la que el jurado otorgó el Premio Especial valorado en 15.000 euros; ni El menor de los males, del curtido Antonio Hernández, que se impuso en tres apartados del palmarés: Mejor Guión “Premio Egeda” valorado en 6.000 euros, Mejor Vestuario y Mejor Actriz de Reparto para una Verónica Echegui correcta pero muy cercana a su interpretación más laureada en Yo soy la Juani.
Por no hablar de la plana discreción de las cintas Atlas de geografía humana, de Azucena Rodríguez, planteada en un estilo demasiado telefílmico, o Arritmia, una coproducción dirigida por Vicente Peñarrocha (que ya triunfó en Málaga en 2004 con su debut, la estimable Fuera del cuerpo), con un sugerente empaque formal, pero hueca en sus más profundas intenciones. Malograda, por tanto, a pesar de la magnífica presencia de Derek Jacobi, quien también presentó la condenable Anastezsi, de Miguel Alcantud, otra coproducción con una Ángela Molina perdida en el desastroso océano en que se ha convertido su carrera últimamente.
Al igual que el año anterior, Málaga incluyó en su Sección Oficial un documental, pero a diferencia de lo ocurrido en 2006 con Estrellas en la línea, Los ojos de Ariana, de Ricardo Macián, pasó desapercibida a pesar de lo interesante de su propuesta: la historia de cómo algunos de los trabajadores de Afgani Film (la Filmoteca Nacional de Afganistán) salvaron de la destrucción el archivo fílmico de su país, escondiéndolo en dobles techos que construyeron ellos mismos ante la amenaza constante del Gobierno Talibán.

CINE DE LÁNGUIDO FULGOR.

Apenas cinco de las quince películas a concurso reunieron los suficientes ingredientes como para referirnos a ellas en halagadores términos. Entre ellas, la menos conseguida resulta ser la gran ganadora de esta décima edición de cine español: Bajo las estrellas, del debutante Félix Viscarret. Cuatro galardones, entre ellos los más importantes (Biznaga de Oro a la Mejor Película y la de Plata al Mejor Director), lanzaron a esta ópera prima que habla del amor entre hermanos y de los buenos sentimientos. Comedia agridulce, complaciente en el buen sentido, la película congratuló al Jurado por su sencillez, aunque sin restarle méritos, no fue la mejor película del Festival.
Esta denominación merecen compartirla otros dos debuts: Yo, de Rafa Cortés, y Pudor, de David Ulloa y Tristán Ulloa. La primera mereció una Mención Especial del Jurado por su originalidad al tratarse de una enfermiza introspección en los irracionales comportamientos de la culpa, de atmósfera sucia y desarrollo pausado, que denota no sólo una muy característica intención autoral de parte de su director, sino también una inquietud fascinante por las formas narrativas documentales, pegadas más que nunca a las nucas de sus personajes. La segunda, un aplastante drama familiar que bucea inmisericorde por los rincones ocultos de las almas de sus criaturas, llenando la pantalla de un hedor a mentira, a secretos vergonzosos y podridos, en un crescendo narrativo de noqueante fuerza dramática. Formidable, pues, resultó ser el debut en la dirección del actor Tristán Ulloa, mano a mano con su hermano David.
También gustaron mucho Tuya siempre, de Manuel Lombardero, thriller de negro desarrollo a ritmo de jazz que se hizo con tres premios menores, y Concursante, de Rodrigo Cortés, otro de los innumerables debuts del certamen, de divertido desarrollo y estimulante mensaje, que se hizo con el Premio de la Crítica.

INTERPRETACIONES DESLUCIDAS.

En el terrero estrictamente interpretativo y a diferencia de ediciones anteriores, el Festival de Málaga 2007 apenas dejó buen sabor de boca. Si algo faltó en el concurso fueron las estupendas lecciones interpretativas a las que nos tienen acostumbrados nuestros cómicos. Hasta el último día de proyección no hubo una clara favorita a ganar el Premio a la Mejor Actriz. Hasta ese momento, sólo cabía una posibilidad: la entrega y la naturalidad exhibidas por Flora Martínez en Tuya siempre. Ni Carmen Maura (El menor de los males), ni Emma Suárez (Bajo las estrellas), ni las actrices de Atlas de geografía humana reunían las suficientes dosis como para merecer el galardón. Finalmente, el premio recayó merecidamente en manos de Elvira Mínguez por su desarmante composición en Pudor, logrando así un premio que ya ganó en 2005 por Tapas.
Su compañero de reparto en el filme, Nancho Novo, se ganó por méritos propios el calificativo de “Actor de la X edición”. Estuvo magistral en Pudor, habiendo sido la mejor elección para ganar el premio al Mejor Actor, fue lo único salvable de Hotel Tívoli y apareció melancólico, triste y agazapado en Tuya siempre, por la que finalmente consiguió el premio al Mejor Actor de Reparto.
Además de Novo, pocos intérpretes merecieron ganar el premio mayor. Por un lado, la estremecedora creación de Álex Brendemühl en Yo, por otro, la energía desatada de un formidable Leonardo Sbaraglia en Concursante. Finalmente, el premio lo ganó Alberto San Juan por Bajo las estrellas, demostrando así encontrarse en su mejor momento, controlando ahora todos sus registros dramáticos.

OTRAS VENTANAS.

Como cada año, el certamen ofreció pantallas paralelas, también a concurso, dedicadas a programar aquellos títulos que, por una u otra razón, se quedaron fuera de la competición oficial. Así, en la Zonazine se pasaron películas, la mayoría de ellas rodadas en Betacam, de producción mínima y resultados dispares. El Jurado optó por otorgar el mayor galardón ofrecido a esta sección, valorado en 12.000 euros, a la primera película de Antonio Muñoz de Mesa, titulada Amigos de Jesús. El conocido presentador de programas como MagaCine o Hazte un Cine, nos ofreció la historia de Jesús, un joven que viaja hasta Nueva York para olvidar a su novia, pero también para descubrir que uno de sus amigos se está acostando con ella. Con esta premisa nimia, Amigos de Jesús convenció más que Entre islas, de Miguel Ángel Cárcano, un semidocumental sobre el acontecer de una ex pareja en un festival de cine en el que el documental que codirigieron ha sido seleccionado. Y también por encima de Villa tranquila, de Jesús Mora, una película pequeña, sencilla y sin pretensiones, con un convincente trabajo del protagonista (el televiso Pablo Rivero), que ganó, no obstante, una Mención Especial del Jurado al Mejor Guión.
En lo que se refiere a los documentales, el premio del Jurado al Mejor Documental recayó en Yo presidente, de Mariano Cohn y Gastón Duprat, basado en entrevistas originales a los presidentes argentinos donde éstos hablan sin tapujos a cámara de su mandato, convirtiéndose por muy poco en actores y haciendo de sus declaraciones auténticos monólogos humorísticos. El Premio Especial se lo dieron a Can Tunis, de Paco Toled y José González Morandi, una cinta que retrata los problemas de un barrio marginal de Barcelona lleno de toxicómanos. Se quedó sin premio la propuesta de Uli Stelzner, Asalto al sueño, que narra los viajes de miles de personas desde el Norte de Guatemala hacia México para llegar a los Estados Unidos.
Como novedad, Málaga inauguró en esta edición la competición en la sección paralela Territorio Latinoamericano, donde se pudieron ver las mejores obras de todo el certamen, auténticas perlas que no gozaron ni de la atención merecida ni de la repercusión deseada. Sin embargo, el premio a la Mejor Película Latinoamericana, valorado en 9.000 euros, recayó en la poco convincente Mezcal, de Ignacio Ortiz Cruz, que narra las soledades de varios personajes de manera desordenada, espacial y temporalmente, sin levantar interés por ninguna de ellas en ningún momento. El premio al Mejor Director lo ganó Noticias lejanas, del mexicano Ricardo Benet, una pausada, aunque alargada cinta de bellas imágenes, nobles sentimientos e insignificantes resultados. Lo mejor de la sección casi se fue de vacío. Por un lado encontramos la proverbial destreza de Francisco J. Lombardi en Mariposa negra, que se hizo con el premio a la Mejor Actriz para la descomunal Melania Urbina. Fuga, de Pablo Larrain, convenció al público que le entregó la Biznaga de Plata y su actor, el sensacional Benjamín Vicuña, ganó el correspondiente de su categoría. Dos premios completamente merecidos tratándose de una película sobresaliente, de un acabado formal envidiable y magníficas soluciones de puesta en escena. Qué tan lejos, el brillante debut de la ecuatoriana Tania Hermida, se quedó injustamente sin nada, a pesar de la insistente promoción realizada por sus creadores y del inteligente juego interpretativo de su trío protagonista. Lo mismo sucedió con la divertidísima fábula sobre un Fidel Castro vagabundeando por Miami narrada en I Love Miami, de Alejandro González Padilla, con una magistral composición del dictador cubano realizada por el español Juan Luis Galiardo.

HOMENAJES, PROYECTOS Y ACTIVIDADES.

El Festival de Málaga sirvió además de para contemplar el cine más próximo en el tiempo, para hacernos la boca agua presentando los títulos más esperados de la próxima temporada. Así, pasaron por la carpa de El País los equipos de títulos como La torre de Suso, el debut de Tomás Fernández, Siete mesas de billar (francés), de Gracia Querejeta, Gente de mala calidad, de Juan Cavestany, el documental El hombre que caminó mirando a las estrellas, de Carlos Duarte, Todos estamos invitados, lo próximo de Manuel Gutiérrez Aragón o Pretextos, de la actriz catalana Silvia Munt. Todos ellos, en principio, muy apetecibles, que esperemos cumplan más las expectativas que los largos de la competición oficial.
Varias exposiciones situadas en diversos puntos de la ciudad sirvieron de complemento perfecto para un certamen que este año otorgó premios especiales a la actriz Carmen Maura (Premio Málaga a toda una carrera), al productor Emiliano Otegui (Premio Ricardo Franco) y al actor Alfredo Landa (Premio Málaga Especial 10º Aniversario); y dedicó una retrospectiva a la obra del cineasta Bigas Luna.

Con la lluvia de Biznagas en el Teatro Cervantes el sábado día 17 de marzo, en una ceremonia conducida mano a mano por Anabel Alonso y José Corbacho, se dio por concluido un certamen flojo, de cine intermedio y difuso, que no pasará a la historia ni augura mejores tiempos próximamente, a pesar de que Antena 3 TV, el patrocinador oficial del certamen, renovara su compromiso con el cine español hasta el 2010.



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