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El cine intimista copa el palmarés de San Sebastián

Sorprendente unanimidad de jurado, crítica y público

Un artículo de Redacción || 01 / 10 / 2007

No ha habido sorpresas en el palmarés de la 55ª edición del Festival de San Sebastián, clausurada el pasado sábado con la proyección del último film de Michael Radford, Un Plan Brillante.

Si cabe, la sorpresa ha residido precisamente en una nada habitual sintonía del jurado —presidido por el novelista y realizador Paul Auster—, con la crítica y el público asistentes en cuanto a qué películas a competición merecían los premios, y en la constatación de que aún queda espacio en el cine para los sentimientos y la inteligencia entre el estruendo de la quincallería digital y la imagen-espectáculo.

Así, el realizador estadounidense de origen hongkonés Wayne Wang (Smoke) parece superar una larga etapa de decadencia artística con Mil Años de Oración, drama sobre el reencuentro de un padre y su hija tras doce años sin verse que ha conseguido la Concha de Oro a la mejor película y la Concha de Plata al mejor actor, Henry O. Y una directora iraní de tan solo 18 años, Hana Makhmalbaf, se ha llevado el Premio Especial del Jurado gracias a una ópera prima, Buda explotó por vergüenza, que cuenta los esfuerzos de una niña afgana por aprender a leer y a escribir en una sociedad en la que la mujer se halla estigmatizada.

La única concesión a la pirotecnia por parte del jurado ha sido la entrega de la Concha de Plata al mejor director al británico Nick Broomfield por la cinta bélica La Batalla de Hadiza; aunque se trata de un film que retrata con crudeza las matanzas de civiles en Irak por parte de tropas norteamericanas, y por tanto nada complaciente con el espectador.

El palmarés lo completan Siete Mesas de Billar Francés, de Gracia Querejeta, Concha de Plata a la Mejor Actriz (Blanca Portillo) y Premio al Mejor Guión (ex-aequo con Honeydripper, de John Sayles); Exodus, del hongkonés Pang Ho-Cheung, Premio a la Mejor Fotografía (obra de Charlie Lam); y El Baño del Papa, de César Charlone y Enrique Fernández, Premio Horizontes al mejor largometraje de producción hispana.

Por su parte el premio FIPRESCI, concedido por la crítica internacional, fue para la producción argentina de Anahí Berneri Encarnación, mientras que el Círculo de Escritores Cinematográficos también destacaba Mil Años de Oración.











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