Parece que la buena cosecha del cine español está haciendo acto de presencia en este último tramo del año. Medem estrenó su esperpéntico viaje hace unas semanas al igual que Uribe y su Carta esférica. Antes de la llegada de la sensación del mes El orfanato y de la primera incursión de Alex de la Iglesia en la lengua de Shakespeare, Iciar Bollaín, una de las directoras más respetadas presenta uno de los platos fuertes de nuestro cine.
Metidos en harina, la memoria colectiva nos obliga a reconocer sin remedio la literatura de Raymond Chandler en boca de Bogart a un pitillo pegado como figura insustituible del detective privado. En un mismo terreno aunque a años luz de la iconografía clásica, Bollaín estrena su cuarta película como cineasta tras el sonado éxito de Te doy mis ojos. En ella, Eva, Inés y Carmen (Najwa Nimri, Maria Vázquez y Nuria González) trabajan en una agencia de vigilancia al tiempo que ponen todo su empeño en sacar a flote sus vidas.
Curtida indagadora de la complejidad en las relaciones humanas, Bollaín centra todo el soporte narrativo en una obra de sello personal, componiendo un pequeño tesoro muy pegado a la tierra en el que tras la trama detectivesca de clara vocación desmitificadora, se esconden unos personajes elaborados. En ellos se reflejan los miedos e inseguridades que la directora ya había demostrado en anteriores ocasiones con igual acierto. A través de sus ojos y de una narración transparente no fruto de la casualidad sino del buen hacer, logra ahora ofrecernos un recital de clarificadoras interpretaciones, otra muestra palpable del buen funcionamiento de los actores/actrices metidos detrás de la cámara.
A pequeños pasos aunque firmes, Mataharis provoca una envidiable empatía con el espectador, producida sin necesidad de sobreexponer hasta la saciedad un estilo propio (¿Medem?). Lo que hace Iciar es acariciar la inteligencia del respetable a través de un relato sencillo y eficaz donde salen a la palestra cuestiones tan vitales como el enamoramiento, la desconfianza o la falta de comunicación en la vida de tres generaciones de mujeres bien desenvueltas en el terreno laboral aunque cojas en el terreno personal.