Cuando una nueva producción estadounidense llega a nuestras pantallas y nos encontramos con que una noche de sábado los espectadores que entran a verla pueden contarse con los dedos de una mano y sobran unos cuantos dedos –en unas salas para nada periféricas– es que algo ha salido mal, y lo más seguro es que se trate de un grave error de promoción.
En un contexto como el actual, donde cualquier película mediocre parece que luce más si se la barniza con frases como “De los creadores de...”, es muy extraño que no se haya dado mayor publicidad al debut a la dirección de Mark Fergus, quien fuera uno de los guionistas de la recomendable Hijos de los hombres (Alfonso Cuarón, 2006). Además el cartel del film, de un blanco pálido poco llamativo y con apariencia de descolorido, tampoco ayudará a restar espectadores a orfanatos patrios y comedias descerebradas yanquis que a día de hoy se llevan la parte del león de la taquilla.
First snow es una cinta independiente de bajo presupuesto protagonizada casi en exclusiva por Guy Pearce (inolvidable en aquella genial Memento), que encarna a un vendedor de éxito con interesantes ideas empresariales que podrían hacerle ganar una gran fortuna. Una avería le obligará a permanecer en un pueblo desolado durante un tiempo, a imagen y semejanza de lo que le acontecía al personaje principal de Giro al infierno (Oliver Stone, 1997), y allí un vidente le anunciará que morirá al llegar la primera nevada.
A partir de ahí asistimos a un thriller de acción salpicado de reflexiones sobre diversos aspectos del destino: ¿se trata de una bendición o de algo que haya que evitar por todos los medios? ¿Puede alguien labrarse su propio porvenir? Es algo que el protagonista intentará hacer, con vistas a evitar el futuro que le aguarda.
Si bien el inicio es prometedor, lo cierto es que poco a poco va perdiendo fuelle, y una vez que el guión comienza a hacer aguas (más evidentemente en el enrevesado final) la responsabilidad de sacar a flote First snow recae totalmente sobre un magnífico Guy Pearce, omnipresente a lo largo de todo el metraje.
Al final nos queda un cruce entre una historia independiente con ramalazos introspectivos y un thriller algo convencional, con un balance de regusto agridulce, ya que el punto de partida obviamente daba para mucho más de lo que definitivamente obtenemos. Con todo, es una propuesta que hubiera merecido más mimo de manos de su distribuidora, y en consecuencia una mayor atención por parte del público.