El estudio ha sido publicado en The Hollywood Reporter, y Doug Creutz (analista del sector para The Cowen Group) es el encargado de ilustrar una tendencia que era ya más que una sospecha: las grandes superproducciones dominan a la industria actual, en una dinámica que deja poco espacio a las de menor tamaño y que además se retroalimenta (cuanto más claros se muestran los resultados, más interés en los inversores por repetirlos apostando solo por esas grandes superproducciones).
Creutz además señala al cine de superhéroes, cuya presencia se duplicará en 2016 y cuyas cifras de taquilla como subgénero le dan una importancia capital, dañando al resto. Eso sí, “la historia sugiere —y tenemos una amplia evidencia de ello en el género de animación— que cuando el número de películas de un género crece, el comportamiento de cada película empeora, y que incluso las películas líderes en el género no son inmunes al fenómeno”, explica Creutz.
Creutz señala cómo de las películas estrenadas en 2014, un 56% eran “estrenos amplios”, en el sentido de distribuirse por más de 2500 salas de cine, algo que deja poco espacio a juicio del mismo analista para la distribución de otras películas, situación que se agrava por la forma en que los estudios se han centrado en dar infraestructuras y acomodar al máximo solo a esas grandes películas: “La tónica prominente en los estudios sigue siendo la de las fluctuaciones de taquilla dirigidas al atractivo de su fecha de estreno. El pasado verano fue desde varios parámetros el peor verano de la industria desde que Star Wars se estrenó en 1977, a pesar de que tuvo los estrenos de Spider-Man, X-Men, El Planeta de los Simios, Cómo entrenar a tu dragón y Transfomers, algunas de las cuales tuvieron muy buenas reseñas”, prosigue Creutz, poniendo en evidencia que globalmente la dependencia de grandes franquicias obtiene un rédito inferior para el cine al del reparto entre varias películas.
Lo que resulta difícil medir a tenor del citado estudio, es qué margen real tienen las distribuidoras ante una tendencia que parece haber calado con fuerza en la audiencia, qué posibilidades hay de combatirla cuando en parte del público se asumido la idea de que solo hay que acudir al cine a ver cierto tipo de películas (espectaculares, con una concepción próxima al show circense) y que para el resto la piratería sigue siendo la mejor forma de ver sus películas.
Eso dejando a un lado una incógnita que fue tratada ya por Steven Spielberg y George Lucas refiriéndose a este mismo tema: el temor ante una implosión en que ante el abuso a la hora de explotar grandes marcas como sus Star Wars o las películas superheroicas, antes o después varias de estas superproducciones no puedan recuperar sus potentes inversiones y se rompa la tendencia.