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Viaje a Darjeeling - critica de cine
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Viaje a Darjeeling

Mentiras de la época, mentiras de la representación

Un artículo de Diego Salgado || 03 / 1 / 2008

Wes Anderson vuelve a dejar en evidencia, con unas maneras formales exquisitas, las estériles imposturas de cierta modernez ideológica y cinematográfica

“Me pregunto si la esencia del arte verdadero no residirá en la creación de un espacio orgánico en el que la mentira ideológica de cada época se vea cuestionada por la mentira de la representación”. Si el lector ha visto Academia Rushmore (1998), Los Tenenbaums (2001) o Life Aquatic (2004), las anteriores comedias dramáticas de Wes Anderson estrenadas en España, habrá captado que la cuestión planteada por la escritora francesa Annie Le Brun sería inaplicable al cine del director estadounidense y, por extensión, ya avisamos que a su nueva película, Viaje a Darjeeling. Porque, si algo caracteriza la filmografía de Anderson, es precisamente el estarse constituyendo en un escaparate delator de las numerosas imposturas y limitaciones de ciertas concepciones cinematográficas de lo más enrollado, reflejo a su vez de unas concepciones ideológicas absolutamente estériles.

Esto no quiere decir que dudemos, que tengamos derecho a dudar, de las intenciones de Anderson, al que no se le puede negar como autor una personalidad muy especial; una combinación de melancolía, extravagancia elegante, amplias referencias culturales y específicamente fílmicas, e impecables maneras formales —en este aspecto Viaje a Darjeeling es una delicia— que inciden sobre un tema obsesivo: la búsqueda por parte de unos personajes criados en entornos familiares insatisfactorios de algún tipo de conexión emocional equilibrada, significativa, y su descubrimiento final de que tan solo podrán aspirar a epifanías fugaces a costa de un agotador tira y afloja con la realidad.

Un tema este, el de la calcinación de cualquier certeza y el intento tímido de reinstaurar a partir de las brasas nuevos paradigmas vitales y creativos, capital no ya en la obra de Anderson sino en la de otros cineastas contemporáneos. Ahora bien, de una película como Viaje a Darjeeling es difícil deducir que su autor tenga el más mínimo propósito de calar en lo que insinúan sus imágenes, ya que parece seguir atrapado en un estado sofisticadamente inmaduro, tan apreciado y compartido por sus fans, en el que los artificios terminan relegando la ficción al terreno de lo anecdótico y lo ideal, imposibilitando cualquier empatía más allá de lo trendy.

Baste con señalar que el argumento de su última película —el viaje en tren por la India de tres hermanos que no se veían desde que su padre falleciese un año atrás, en busca de la paz interior y los lazos perdidos entre ellos y con su madre— es prácticamente una recreación ficticia del que Anderson y sus amigos Roman Coppola y Jason Schwartzman (también uno de los tres protagonistas junto a otro colega, Owen Wilson, y Adrien Brody) realizaron para escribir la película; que el largo prólogo de Viaje a Darjeeling, titulado Hotel Chevalier (lo mejor a la postre del conjunto), también está basado en experiencias más o menos crípticas de Anderson; que su decisión de rodar en la India se ha debido sobre todo a razones propias de un turista (no demasiado sensible, por cierto) o de un admirador confeso del cineasta hindú Satyajit Ray…

Todo eso incide hasta tal punto en el desarrollo de la película, que sólo a base de complicidad puede sostenerse lo que en frío no pasa de ser una de esas propuestas en las que se nota que sus responsables lo han pasado bastante mejor que el público, y en el que en demasiadas ocasiones asoman los rasgos de la pura y simple tontería, como suele ocurrir cuando unos cuantos amiguetes se reúnen a pasar el rato. La aparición por completo gratuita de Bill Murray (otro habitual), la autocomplacencia en el uso de determinadas figuras de estilo (como esas composiciones en movimiento con las que se liga a todos los personajes, por aparentar una unidad trascendente entre ellos que no cuela), la incapacidad para que la historia transcurra con unos mínimos de progresión y fluidez, terminan por convertir Viaje a Darjeeling en otra de tantas películas de autor joven y superdotado, tan comunes en Estados Unidos, que demuestran (nos viene a la cabeza Sofia Coppola) que los niños pijos y modernitos deberían salir un poco de su burbuja de plexiglás, y hacer con su talento y su visión alienada del mundo algo más que darnos a los demás la impresión de que son tontitos. Y ahora no estamos hablando únicamente de los cineastas, sino también de sus seguidores. Sí, me refiero a ti, el de las gafas de pasta.

FICHA TÉCNICA DE VIAJE A DARJEELING

Título original: The Darjeeling Limited

Fecha de estreno: 04-01-2008

Web oficial: www.viajeadarjeeling.es |

Año: 2007 Duración: 91 min

Director: Wes Anderson

Guión: Wes Anderson, Roman Coppola, Jason Schwartzman
Intérpretes: Owen Wilson, Adrien Brody, Jason Schwartzman, Anjelica Huston, Amara Karan, Camilla Rutherford

Lo mejor:  

-Los aspectos técnicos.

Lo peor:

-No es ni mucho menos tan ingeniosa o trascendente como pretende.

Puntuación:

5

Para amantes de la vaciedad, por muy consciente que sea.



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