Pedro y Agustín Almodóvar se embarcan de nuevo en la producción de un proyecto ajeno; en este caso, del director mejicano Guillermo del Toro -responsable de la inquietante y novedosa Cronos, Mimic y próximamente Blade 2-. Pero ante esta esperanzadora premisa, por lo menos de empaque, la película decepciona, va cayéndose, desde su primer y aciago fotograma, por desgracia.
En la historia, desarrollada en un sórdido orfanato, se pretende hacer una recreación de la tensión, del miedo, "seria" pero de cara al gran público, no consiguiendo ni matar el tedio de la pareja de novios, aburridos en el domingo por la tarde. Ni que decir tiene que enmarcando la historia de una manera tan gratuita dentro de los últimos días de nuestra desgraciada Guerra Civil TAMPOCO se satisface al intelectual medio más sensible, por suerte.
El escollo principal es que la cinta intenta provocar el terror pero ni se acerca al susto blanco infantil; no hay tensión ni fuerza dramática; las situaciones son repetitivas, muchas secuencias SOBRAN, y que decir de la "homenajeada" influencia del cine "de miedo" más reciente -desde Lo que la verdad esconde a El Sexto Sentido-; si ha esto añadimos a Marisa Paredes haciendo de si misma -otra vez, sí-, niños-actores con menos gracia natural que Joselito, un desenlace alargado innecesariamente hasta la agonía....La sensación de autenticidad en los personajes y situaciones pierde fuerza ya que parece que estén formados a partir de retales de otras películas -todas ellas sobradamente conocidas por todos hasta el aburrimiento-; y esto no se llama homenaje, sino saqueo. Y este está hecho, además, con muy poca gracia.