Un adinerado joven que lo tiene todo en la vida salvo un corazón lo suficientemente fuerte como para poder salir adelante, se somete por fin a la ansiada operación de transplante.
Sin embargo, la cosa se tuerce, nada sale según lo planeado. Joby Harold escoge para su estreno en la dirección una intriga psicológica ambientada en el universo médico cuyo original planteamiento juega con la idea de la percepción intraoperatoria, fenómeno real aunque poco habitual, en el que la anestesia de una operación deja paralizado al paciente sin poder moverse ni hablar, pero le mantiene consciente, sin perder la sensibilidad, escuchando todo lo que sucede a su alrededor.
Atrapado entre la consciencia y la inconsciencia, el niño rico interpretado por el canadiense Hayden Christensen, asiste impotente a su propia operación, que le obligará a despertar, no ya sólo de la intervención quirúrgica, sino del conjunto de mentiras que conforman su maravillosa y perfecta existencia. La desagradable sensación de querer pero no poder actuar, de ser incapaz de cambiar las cosas que nos atañen directamente es trasmitida mediante la utilización de una voz en off, quizás en ocasiones demasiado repetitiva.
Awake posee un planteamiento interesante, original, pero su posterior desarrollo y, muy especialmente su desenlace, castigan a la película, obligándola a convertirse en una más de las convencionales y habituales intrigas de conspiraciones y asesinatos. La historia entretendrá al espectador, pues consigue mantener la atención en todo momento, el monótono día a día de los personajes se va enturbiando poco a poco y la emoción aumenta a medida que lo hace su metraje. Las sorpresas y los giros de guión están logrados, el director ata bien todos los cabos, pero la sucesión de hechos, a pesar de ser lógica, no resulta verosímil.
Al final, el debut de Joby Harold se queda en una historia entretenida, con alguna escena que hará apartar la vista a los alérgicos a la sangre y el bisturí y que deja en la retina la sensación de encontrarnos con una cinta desaprovechada, bien planteada pero demasiado correcta, con una resolución decepcionante, previsible, en donde todo sucede como debe suceder. Y ya se sabe que, en la vida, nunca las cosas nunca son así.