Rigoberto Castañeda debuta en la dirección con esta coproducción entre España y México, país este último que aporta las localizaciones y casi todos los actores a una cinta de terror que se pone en marcha cuando Ágata, una chica que circula por una solitaria carretera, cree haber atropellado a un niño. Sin embargo, cuando baje a comprobar el estado del infante será ella quien a su vez padezca un terrible accidente que dará con sus huesos en el hospital.
A partir de ahí hay tres personajes que investigarán lo sucedido: Catalina, la hermana gemela de la chica, que tiene una especie de nexo telepático con ella; Nuño (el español Adrià Collado), gran amigo de Catalina; y Omar, el novio de Ágata.
Km 31 tiene muchas de las innegables características de las obras de la productora y distribuidora Filmax, y en este caso concreto los elementos se conjugan para crear una película más que aceptable donde llama la atención la excelente factura técnica, que busca crear el clima de terror en la sobriedad, y sin abusar de las tonalidades “quemadas” de otros productos. Además, el montaje y la planificación de algunas escenas son mucho más imaginativos que en la media de este tipo de cintas, ofreciendo al espectador algún detalle ingenioso que echarse a los ojos.
Tampoco faltan las imágenes fantasmagóricas sorpresivas tan característicos en cineastas como Jaume Balagueró o Paco Plaza, dosificados con acierto en una historia que no busca abrumar con el terror, sino hacer que vaya calando poco a poco, valiéndose para ello de un ritmo algo moroso a veces, cercano a las obras de M. Night Shyamalan.
Todo este envoltorio sirve para arropar un argumento que ya hemos visto muchas veces recientemente, sobre todo en el cine de terror oriental (basta con ver al niño de la escena inicial para pensar en La maldición y sus secuelas) y en los remakes americanos que se realizan con regularidad. Estamos de nuevo ante el espíritu de un fallecido que busca descansar en paz, inquietando para ello a los desprevenidos protagonistas. Es fácil imaginar el resto, pero al menos la propuesta no cae en el ridículo y constituye un buen ejemplo de cine de terror respetuoso con el espectador.
Donde más flojea Km 31 es en los conflictos que se dan entre los personajes, artificiales y estirados como para no acabar de resultar creíbles, repletos de todos los típicos traumas de los que siempre se echa mano en los guiones de estos films. Además, la interpretación de Adrià Collado no está demasiado inspirada, y resta credibilidad al conjunto. Sin embargo, como decíamos, el resultado final es aceptable y ha conseguido obtener un enorme éxito de taquilla en México. Eso sí: de ahí a creernos, como se nos dice al principio, que la historia está basada en hechos reales... va un buen trecho.