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Cien clavos - critica de cine
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Cien clavos

Y a los veinte siglos resucitó

Un artículo de Diego Salgado || 18 / 9 / 2008

Una propuesta atractiva que, incapaz de trascender sus postulados teóricos, se queda solo en eso

Bastaba con fijarse en la avanzada edad media del público asistente a la primera proyección comercial en Madrid de Cien Clavos para confirmar que su autor, el italiano Ermanno Olmi, ha devenido uno de los muchos realizadores europeos a los cuales su pretérito renombre —ganado en su caso gracias primordialmente a El árbol de los zuecos (1978) y La leyenda del santo bebedor (1987)— ya no les garantiza apenas otra cosa que atención generacional o respetuosa en un presente cuyo discurso audiovisual fluye por corrientes muy alejadas, cuando no opuestas, a las del llamado tradicionalmente ‘cine de autor’.

La obra de Olmi adolece de graves problemas añadidos para los espectadores más jóvenes: su filiación es cristiana, bien que sumamente crítica con el estamento eclesiástico; siente predilección por el individuo anónimo “aun a riesgo de resultar banal” (él nació y se crió en el seno de una familia campesina sin recursos económicos); y apuesta por lo contemplativo como “acto de confianza en un asombro que se producirá siempre que se disponga de tiempo y corazón para esperar”.

Tres elementos creativos entrelazados en Cien clavos de modo muy irregular. Quizás por ser ésta su última ficción —Olmi ha decidido volver a los setenta y siete años al género en que se forjó como director medio siglo atrás, el documental— y haber pretendido con ella ni más ni menos que “resumir el significado de toda mi existencia” y “recordar como ejemplo de humanidad absoluta al Cristo de la calle y de la paz”. Es, en efecto, casi un Jesucristo redivivo el protagonista del film, un profesor de la Universidad de Bolonia que, tras atentar contra un centenar de incunables literarios conservados en la biblioteca de la institución como oro en paño, se oculta de la justicia en un humilde asentamiento ilegal de viviendas a orillas del río Po.

Cuanto sucede en la película, desde el sacrificio libresco inicial a la desaparición postrera del profesor (satisfecha una misión casi milagrosa con la que aspiraba más que nada a su propia redención), debe leerse en clave simbólica. Algo de agradecer en unos tiempos como los nuestros, empeñados en reducir la imagen a la literalidad y la superficie, pero que está lejos de procurar un resultado satisfactorio a nivel estrictamente cinematográfico. Pese a que Olmi ha asegurado que sus intenciones nunca han pasado por dogmatizar o epatar, Cien clavos está llena de aforismos rimbombantes, momentos burdamente destinados a escandalizar a la curia y reivindicaciones extemporáneas indignas de alguien que ha consagrado su vida a la creación cultural.

Lo peor del mensaje de Olmi, porque como puede apreciarse Cien clavos es una película “con mensaje” a la vieja usanza, no reside con todo en sus toscas intenciones alegóricas, sino en la nula imbricación de estas con una estructura dramática naif, carente de entidad, que hace muy difícil implicarse con lo que se narra y, desde ahí, apreciar como se debe lo que Alberto Bermejo ha definido muy acertadamente como “rabieta evangélica” del autor.

A la postre, Cien clavos es una propuesta atractiva que, incapaz de trascender sus postulados teóricos, se queda sólo en eso. Un nuevo ejemplo del difícil equilibrio entre contenidos y formas en el cine, que en esta ocasión se ha desastibilizado claramente a favor del primer aspecto.

FICHA TÉCNICA DE CIEN CLAVOS

Título original: Centochiodi

Fecha de estreno: 12-09-2008

Web no oficial1: spanish.imdb.com/Details?0985597 |

Año: 2006 Duración: 92 min

Director: Ermanno Olmi

Guión: Ermanno Olmi
Intérpretes: Raz Degan, Luna Bendandi, Amina Syed, Michele Zattara, Damiano Scaini, Franco Andreani, Andrea Lanfredi.

Lo mejor:  

-Las firmes convicciones de su director.

Lo peor:

-Lo trasnochado del resultado.

Puntuación:

5

Para seguidores de una concepción de la autoría cinematográfica en extinción.