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Por sus peculiares características The women ha sido un proyecto a punto de hacerse en varias ocasiones. Partiendo de la película de George Cukor de 1939 en cuyo reparto se unía nada más y nada menos que a Joan Crawford, Paulette Godard, Joan Fontaine, Norma Shearer y Rosalind Russell, ofrece la oportunidad de construir una cinta enteramente femenina desde su temática hasta su producción y reunir a un casting esplendoroso, tocar un tema vigente en las últimas décadas y atraer a la cuota de público femenino a las salas.
Ya en los 70 se planeó su puesta en marcha con Jane Fonda, Barbra Streisand y Faye Dunaway a la cabeza, reparto que, visto a día de hoy, no es desdeñable. Para esta versión se barajaron los de Uma Thurman, Lisa Kudrow y Anne Hathaway, y es que no es de extrañar que las actrices muerdan por un papel digno en una gran producción. El auge de los superhéroes y sus franquicias no deja mucho hueco a la interpretación femenina. Quien dude eche un vistazo a los paupérrimos roles de Gwyneth Paltrow y Maggie Gyllenhaal en las recientes Iron man y El caballero oscuro, respectivamente.
La única notoriedad cinematográfica en el film que podemos señalar es la de las preposiciones usadas para describirlo, ya que The women es una cinta sobre mujeres, hecha por mujeres y para mujeres. Ahí terminan sus virtudes. La realización y guión está a cargo de Diane English, veteranísima realizadora de televisión responsable de la mayoría de los capítulos de la serie Murphy Brown, cuyo oficio queda plasmado en una realización plana y rutinaria no adecuada para el cine. Véase como ejemplo una de las secuencias vitales en la película (y en todas las películas) donde la protagonista resuelve cambiar de vida. Pues bien, la directora refleja este profundo cambio en dos imágenes: una, por las fotos y objetos que pincha en la puerta de la nevera; dos, en la archirrepetida imagen donde la vemos buscando un local donde comenzar su negocio. Fin de la secuencia.
Semejante pobreza visual no es superada por un guión ambicioso ni por unas interpretaciones brillantes. La ordinariez de lo contado es abrumadora. Pretendida historia de superación femenina donde la autoafirmación llega de un pobretón carpe diem (o su variente femenina, porque yo lo valgo) sin ninguna otra reflexión ni contenido psicológico o humano. Eso sí, todo edulcorado en las mejores boutiques y con el éxito como colofón final a las biografías de los personajes aparecidos. Es decir, un abanico de los peores tópicos que se le pueden achacar al cine orientado al público masculino pero con perfume. Sustituyan pistolón humeante por zapatos de tacón más bolso a juego y el resultado es el mismo.