Es probable que tuviera sentido adaptar de nuevo a la pantalla —ya lo habían hecho para la pequeña Michael Lindsay-Hogg y Charles Sturridge con Jeremy Irons como protagonista— la novela de Evelyn Waugh "Regreso a Brideshead". Al fin y al cabo, un relato sobre la pertinencia del catolicismo en la modernidad, la homosexualidad y la decadencia de la nobleza británica escrito ni más ni menos que en 1945, era carne propicia para lecturas renovadoras, y no solo respecto de aquel original literario; también en comparación con la serie producida en 1981, hace veintisiete años que parecen más habida cuenta de los enormes cambios sociohistóricos y tecnológicos que se han producido en el último cuarto de siglo.
Se da sin embargo la paradoja, al menos en el cine británico, de que quienes siguen encargándose de este tipo de películas parecen, más que descendientes, clones de quienes lo hicieron antes —James Ivory, Alan Bridges—, negando así con su apego a determinados tradicionalismos dramáticos y estéticos el valor de sus nuevas aproximaciones a los materiales de base. Directores como Stephen Daldry (Las horas), Joe Wright (Orgullo y Prejuicio, Expiación) o Julian Jarrold (La joven Jane Austen y esta Retorno a Brideshead) diríase que innovan única y exclusivamente lo justo para que sus modos, sus actores, los aspectos técnicos de sus films, puedan ser tenidos en cuenta a la hora de concederse premios anuales. Pero no hay en ninguno de ellos una veta de verdadera revulsión, de cuestionamiento o incluso reivindicación de los textos que manejan.
Aun más, en el fondo no importa que el autor adaptado haya nacido en 1775 (Jane Austen), 1903 (Evelyn Waugh) o 1948 (Ian McEwan). Tampoco el tono de cada cual. Todos ellos serán tratados con la misma asepsia y corrección, permitiéndose como máximo descoco la ficción respectiva unos cuantos mohínes cool por parte de la actriz protagonista (habitualmente la insoportable Keira Knightley), y quizás una secuencia de erotismo light y otra de explícita pretenciosidad mediado el metraje, para que el espectador aprecie en lo que vale la "mirada contemporánea" de sus responsables.
Con tan largo prólogo suponemos queda claro lo que puede esperarse del Retorno a Brideshead realizado por Jarrold con guión de Andrew Davies y Jeremy Brock, aplicados escribas para producciones televisivas "de prestigio". El triángulo amistoso y amoroso que se desarrolla a lo largo de varios años entre Charles (Matthew Goode), humilde estudiante en Oxford y descreído aspirante a pintor, y los hermanos Sebastian (Ben Whishaw) y Julia Flyte (Hayley Atwell), pertenecientes a una adinerada familia sojuzgada por la muy católica Lady Marchmain (Emma Thompson), no pasa de ser un melodrama romántico en el que todos los temas que interesaban a Waugh y que hemos citado al principio, junto al no menor y tremendamente melancólico del efecto del paso del tiempo en nuestras vidas, son enunciados aquí y allá a lo largo y ancho de la película, cuando no explicitados en diálogos como mínimo toscos.
Esto no implica que falten variaciones interesantes respecto a la novela y la serie, sobre todo en lo referido al equilibrio sentimental entre los protagonistas y al ideológico entre creencias y ateísmo. En este sentido, la mezcla de frustraciones y consuelo que proporciona la fe a los creyentes está tratada con delicadeza, de modo equidistante entre los postulados de Waugh y las doctrinas hedonistas más de moda. También es de agradecer la fluidez de la acción (a costa eso sí, insistimos, de no calar en nada) a lo largo de sus 130 minutos, algo cada vez más raro en el cine de hoy.
Pero ni esta yesca, ni las que intenta aportar Jarrold con un trabajo de cámara menos estático de lo temido pero a la postre superficial, aportan la chispa que permita a Retorno a Brideshead arder sobre las cenizas de sus precedentes y las limitaciones de una visión artística que prefiere deleitarse en los setos, las góndolas y los drapeados antes que atender a las convulsiones emocionales que pugnan por hacer visibles unos actores para más inri mediocres cuando no mal escogidos para su papel (como Emma Thompson). Aunque, algo es algo, no sale Keira Knightley.