Ni el argumento ni los diálogos ofrecen ningún detalle que aporte algo de modernidad a una historia que nace algo rancia.
Guinevere Pettigrew (Frances McDormand) entra por una serie de carambolas a trabajar como asistente de Delysia Lafosse (Amy Adams), actriz y cantante de segunda fila que espera su turno para dar el salto al estrellato en la Inglaterra previa al estallido de la II Guerra Mundial. Durante las veinticuatro horas que ambas pasarán juntas se producirán una serie de hechos que les llevarán a enfrentarse a sus miedos y dar pasos adelante en sus vidas, creciendo como personas y encontrando la dirección correcta en el camino a la felicidad.
Un planteamiento tan prometedor en principio –aunque amenazado por el omnipresente fantasma de la sensiblería– podía haber dado para mucho, según en manos de quién recayese el encargo. El indio Bharat Nalluri, cuyas dos obras hasta este momento habían sido El Cuervo: Salvación (2000) y la televisiva Tsunami: El día después (2006), desde luego no parece la elección idónea para lograr altas cotas de calidad en la comedia que aquí nos ocupa.
Un gran día para ellas adapta la novela de 1938 de la poco conocida novelista británica Winifred Watson. Se ha decidido anclar la historia en un estilo cinematográfico de años atrás, a modo de homenaje al cine clásico en general, y a las screwball comedies en particular. Ello conlleva que la acción se limite a muy pocos escenarios, transmitiendo unos aires teatrales que aportan más sensación de pobreza y de falta de presupuesto que otra cosa.
Tampoco el argumento ni los diálogos ofrecen ningún detalle que aporte algo de modernidad a una historia que nace algo rancia. Enseguida quiere ser divertida –sin tener verdadera chispa que respalde dichas pretensiones–, y pronto se revela inofensiva, sosa y aburrida. Los diálogos no ofrecen nada sabroso que llevarse a los oídos, y el planteamiento se alarga hasta alcanzar los dos tercios del metraje, dejando media hora para el nudo y un desenlace que se ve venir a mucha distancia (por ejemplo, en cuanto se nos presentan a los tres pretendientes de la joven actriz co-protagonista ya sabemos a quién elegirá finalmente).
Salvo la correcta labor de casi todos los actores, que hacen lo que pueden con el material que les ha tocado, nada más hay destacable en una producción sin gracia y que peca de excesivamente artificiosa. Qué diferencia con la vitalidad que nos asaltaba desde la pantalla en la injustamente menospreciada Mrs. Henderson presenta (2005), de Stephen Frears, que estaba situada en el mismo período y lugar de la historia.