En apenas dos meses se estrena Up, última película del estudio Pixar, sin duda referencia de cualquier buen aficionado al cine de animación (o simplemente al cine) de nuestros días. Nadie duda de que Up constituirá un nuevo hito técnico y de que su guión volverá a romper –como Toy Story I y II, Buscando a Nemo o Los Increíbles- con las convenciones asociadas al género. Al fin y al cabo, como ya os informamos hace unos días, Up inaugura la próxima edición del festival cinematográfico más prestigioso del mundo, Cannes, hecho del todo insólito para una producción de animación digital en 3D.
Sin embargo, el estudio liderado por John Lasseter ha sido objeto de un artículo por parte de The New York Times en el que el periodista Brook Barnes alerta sobre lo que venía siendo vox populi desde hace un tiempo: las películas realizadas por Pixar ya no son tan rentables como solían. Sus últimas propuestas, Ratatouille y Wall•E, han sido éxitos pero no han alcanzado los récords de otros títulos previos. Y tampoco Up, historia de un anciano que se niega a ingresar en un geriátrico y hace volar su casa con globos, se espera que vaya a reventar las taquillas.
El relativo fracaso de Pixar queda más en evidencia si se compara con la descarada comercialidad de la productora que ha venido a convertirse en competidora directa de los chicos de Lasseter, DreamWorks. Las películas auspiciadas por esa compañía, como la saga Shrek, Kung Fu Panda o Monstruos contra Alienígenas, están recaudando tanto o más que los films de Pixar con un esfuerzo de producción sensiblemente menor, dado que la calidad no está entre sus prioridades.
Los analistas añaden que un agravante de Wall•E, Ratatouille y Up es el hecho de que no generen un merchandising apetecible en forma de muñecos y demás, fuente de ingreso añadida muy importante para los estudios. Para la “madre” de Pixar, Walt Disney, que adquirió el estudio de animación en 2006 por 7.400 millones de dólares y que es experta en amortizar a todos los niveles a criaturas de ficción como Mickey Mouse o El Pato Donald, la insistencia de Lasseter en el arte y la superación técnica empieza a constituir motivo de irritación.
Sin embargo, Disney espera que los próximos proyectos de Pixar reconduzcan la situación, ya que son secuelas de las películas que han generado franquicias más exitosas: Toy Story 3 y Cars 2.