El cine de denuncia se ha dedicado desde su gestación a aportar su pequeño granito de arena, trasladando a la pantalla los terribles excesos acometidos por el poder en sus diferentes formas y a lo largo y ancho de la historia. Así lo atestiguan Loach, Costa-Gavras, Bollaín, Sheridan y un largo etcétera. Pero ahora imaginemos que una película, a priori comprometida en su temática -la desaparición de treinta mil personas bajo la dictadura militar en Argentina- que cambia de rumbo para acatar así todas las premisas surgidas de un thriller al uso dejando esa necesaria denuncia como mero adorno circunstancial...¿Qué es lo que tenemos? Sí, "Imagining Argentina".
Nadie duda de las buenas intenciones del equipo que ha participado en semejante nadería. Un director de la talla de Christopher Hampton, celebérrimo guionista autor de los guiones de "Las amistades peligrosas", "El americano impasible" y otras joyas (amén de haber dirigido la más que aceptable "Carrington") poco puede hacer ante un film que no funciona ni como thriller -con unas claves de género tan trilladas que es difícil llamar la atención- ni desde luego como documento histórico relevante. Pero lo que menos concuerda en "Imagining Argentina" -aparte del increíble argumento- es cómo se convence a la cabal Emma Thompson para enrolarse en elembrollo. Antonio Banderas ya nos tenía más acostumbrados, y es que con más de diez años en Hollywood es difícil conseguir una trayectoria con un mínimo de coherencia... aunque aquí cruza los límites al convertirse de la noche a la mañana en visionario de las desapariciones acaecidas en los años 70 tras vivir en propia carne la de su mujer.
Como se puede observar, la trivialización parte del mismo origen y después llega hasta sus últimas consecuencias. En nada ayuda una realización tan exangüe que llega a irritar al espectador más entrenado en estas lides, noa aportando nada nuevo al espinoso tratamiento de víctimas y verdugos de la dictadura, dejando como única incógnita de intriga dónde ha quedado el sentido onírico que el director quería plasmar, porque ¿No hubiera sido mejor otro telón de fondo para un drama cogido con alfileres?.
Los vapuleos que se llevaron en el pasado Festival de Venecia quedan rotundamente justificados dada la escasa relevancia que se proporciona a unos hechos tan tremebundos, que se disfrazan con tan poca lucidez que la lógica de un asunto merecedor de algo tan importante como el respeto a las víctimas se va desmoronando sin remedio.