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Enemigos Públicos

Pasado, presente y futuro del cine

Un artículo de Diego Salgado || 17 / 8 / 2009
Enemigos Públicos

Con su referencia transparente a los orígenes del cine de gángsters y su magistral apuesta estilística, 'Enemigos Públicos' constituye un renacimiento del género que, no importa si tiene continuidad o no, representa en sí mismo un acontecimiento.

En una secuencia clave de la nueva y excepcional película del realizador estadounidense Michael Mann, John Dillinger (interpretado por Johnny Depp) acude a un cine de Chicago para ver El Enemigo Público Número 1 (Manhattan Melodrama. W. S. Van Dyke, 1934). La fecha, 22 de julio de 1934: al terminar aquella proyección, Dillinger sería abatido a tiros por los hombres del agente especial del FBI Melvin Purvis (Christian Bale), concluyendo así una carrera criminal con la que el atracador de bancos ridiculizó a las fuerzas del orden y devino un icono para muchos desfavorecidos por la Gran Depresión.

Pero lo relevante de esa jornada póstuma, o al menos así lo cree Mann, son los últimos minutos del forajido en la oscuridad del Biograph Theatre: Dillinger establece una estrecha empatía tanto con el protagonista del film de Van Dyke, Blackie Gallagher (Clark Gable), un delincuente que antes de renunciar a sus particulares principios prefiere morir en la silla eléctrica, como con Eleanor (Mirna Loy), viejo amor de Blackie, cuyo bello rostro tiene gran parecido con el de la mujer más querida por el propio Dillinger, Billie Frechette (Marion Cotillard).

En ese momento, el espectador aprehende el auténtico sentido de Enemigos Públicos por debajo de su aparente apología de un tiempo cinematográfico ahistórico, concordante con la filosofía de Dillinger: “Lo quiero todo. Ahora. No pensemos en el mañana”. Un presente continuo que subvierte los cánones expositivos y dramáticos imperantes durante décadas en Hollywood, combatidos por Michael Mann con creciente animosidad a través de El Dilema (1999), Ali (2001), Collateral (2004) y Miami Vice (2006), hasta llegar a esta película de época que no es de época: “Mi reto era conseguir que 1933 cobrara vida, que estuviera tan vivo para nosotros como 2009” (Mann).

Tal reto se salda en pantalla con éxito gracias al registro de las imágenes en vídeo de alta definición y al impresionismo narrativo con que Enemigos Públicos recrea los últimos trece meses de correrías delictivas y sentimentales de Dillinger, en paralelo al lento pero implacable cerco que los G-Men estrechan en torno al atracador. La sensación de inmediatez que transmite la película es inaudita, y no solo en las numerosas escenas de robos, tiroteos y persecuciones —tan brillantes como es habitual en el director de Manhunter (1986), El último mohicano (1992) y Heat (1995)—, sino también en lo relativo a los apuntes emocionales, biográficos e históricos que sobrevuelan los fotogramas, y cuya levedad no resulta insustancial sino sugerente.

Ahora bien, semejante estrategia, que sitúa a Michael Mann en el epicentro de ciertas vanguardias autorales de nuestro tiempo, tenía un riesgo: el de la anemia creativa, como ha sucedido en más de una ocasión reciente cuando el cine ha prescindido de cualesquiera efectismos y memoria a favor de una excluyente pleitesía ideológica y formal al hoy. Sin embargo, Mann lo elude merced a la confrontación citada entre su Enemigos Públicos y El Enemigo Público número 1 en el Biograph Theatre.

El infinito juego de espejos que establecen en la mente del espectador la proyección de uno en otro film, la conciencia inevitable del encuentro del Dillinger real con una de sus primeras manifestaciones sublimadas de ficción, el encuentro del Dillinger encarnado por Depp con uno de sus ancestros, y otros muchos reflejos cinematográficos propiciados por ese momento, echan por tierra el posible autismo de la película, ligándola de manera enormemente emotiva al pasado del medio y por tanto a su futuro, que empieza ahora mismo, con el visionado de Enemigos Públicos por parte del público y su incorporación al acervo del cine de outlaws, así como a la peculiar colección de relatos antiheroicos de Mann, “imaginarios contagiados por la melancolía de los héroes clásicos, sabedores de la pérdida y conscientes de su soledad” (Lucía Blanco & Óscar Brox).

La última gran producción de Hollywood sobre la criminalidad durante la Gran Depresión y la Ley Seca ha sido hasta la fecha Los Intocables de Eliot Ness (1987), cuyos artificios a cargo de su realizador, Brian De Palma, certificaron la agonía de este tipo de películas y su conversión en manieristas verbenas escenográficas. Enemigos Públicos, con su referencia transparente a los orígenes del género y su minimalista apuesta estilística, constituye un renacimiento que, no importa si tiene continuidad o no, representa en sí mismo un acontecimiento.

FICHA TÉCNICA DE ENEMIGOS PÚBLICOS

Título original: Public Enemies

Fecha de estreno: 14-08-2009

Web oficial: www.enemigospublicos.es |

Año: 2009 Duración: 140 min

Director: Michael Mann

Guión: Michael Mann, Ann Biderman, Ronan Bennet
Intérpretes: Johnny Depp, Christian Bale, Marion Cotillard, Stephen Dorff, Stephen Lang, Billy Crudup, Giovanni Ribisi, Channing Tatum

Lo mejor:  

-Un reparto sensacional, muy consciente de que Michael Mann no pide de ellos dramatismo sino determinadas presencias.
-Todo lo relacionado con la dirección, el montaje y la fotografía.

Lo peor:

-La música original de Elliot Goldenthal es excelente, pero va en contra de lo pretendido por Mann.

Puntuación:

9

Especialmente recomendada a los aficionados al cine de gángsters, sumido durante muchos años en el olvido.



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