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Malditos bastardos - critica de cine
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Malditos bastardos

Hijos de Quentin

Un artículo de José M. Robado || 21 / 9 / 2009
Malditos bastardos

La figura del realizador norteamericano Quentin Tarantino siempre estará rodeada de controversia. Se trata sin duda de unos de los cineastas más importantes de las últimas décadas, no por la relevancia de sus trabajos, sino por ser el hijo perfecto de la época que vive el séptimo arte. Tarantino es un espectador impenitente, un hijo de la televisión y los videoclubes, un fagocitador de películas a cualquier hora y en cualquier circunstancia, un adolescente que ha logrado el sueño de convertirse en lo que desea. Sus películas son el resultado de esta pasión absorbente y no es conveniente exigirles más.

Quien haya tenido la oportunidad de compartir una proyección con el bueno de Quentin en la sala, sin duda recordará su actitud como espectador. Tarantino abuchea las escenas y diálogos que no le gustan así como aplaude, vitorea y ríe a mandíbula batiente (y su mandíbula no es de las que pasan desapercibidas) con las que le agradan. Transforma la sala en el comedor de su casa, la butaca en su sofá y la pantalla en su televisor. Su desorbitada cinefília le ha convertido en un entomólogo de los géneros, un diseccionador de secuencias. Tarantino es el dependiente de Clerks (Kevin Smith, 1994) convertido en director de cine.

Malditos bastardos no se separa un ápice de lo que el realizador ha ido desgranando hasta el momento en su filmografía. En esta ocasión el género afrontado ha sido el bélico, en concreto el realizado a finales de los 70 (su adolescencia) sobre la ocupación nazi. Siendo un tema en plena vigencia debido a cintas como Valkiria (Bryan Singer, 2008), Good (Vicente Amorim, 2008) o El niño con el pijama de rayas (Mark Herman, 2008), era de esperar que tarde o temprano llamase su atención. En un primer momento se trató de un guión para una serie de televisión. De hecho, el film conserva la estructura de capítulos con personajes y localizaciones diferentes unidas por dos historias comunes: la de Shosanna (Mélanie Laurent), una niña judía huida de la caza nazi en territorio francés; y la de los bastardos, un comando liderado por Aldo Raine (Brad Pitt) que se oculta en la campiña francesa matando soldados alemanes cruelmente. Parece que fue el director Luc Besson el que durante una comida animó a Tarantino a convertir su proyecto en película.

Tarantino creyó a Besson: la gente espera tus películas, no tus series. Con un amor por el riesgo digno de uno de sus personajes, Quentin planteó hacer la producción en menos de un año para llegar al Festival de Cine de Cannes de 2009. Esto, para quien conozca las pautas de producción cinematográfica, es un suicidio en un proyecto de cierta envergadura. La clave estuvo en la cena que Quentin, el actor y director Eli Roth (su cómplice desde Hostel) y Pitt mantuvieron al respecto. Ambos consiguieron el sí del actor a pesar de su agenda, en una cena donde consumieron cinco botellas de determinado licor. El proyecto encontraría financiación con Pitt en el reparto.

El resto de la gestación se produjo en los cauces normales pero al doble de velocidad de la habitual. Tarantino entregó, como es normal en él, un guión escrito a mano y lleno de faltas de ortografía. La preproducción se realizó en tiempo récord mientras el director viajaba de un lado a otro ultimando vestuario, reparto, localizaciones y contratos. El rodaje se hizo en sesiones de más de doce horas diarias, con Tarantino durmiendo en cualquier parte del estudio entre plano y plano. La posproducción contó con un montaje precipitado para llegar a tiempo a Cannes, que fue cambiado a posteriori dada su tibia acogida y el disgusto de Harvey Weinstein, el todopoderoso productor.

Tarantino concibe el cine como un divertimento. Es un escritor de diálogos brillantísimo, un guionista ocurrente y un director que ha sabido hacer sello de identidad de sus limitaciones. Ahí están sus planos desde dentro de los maleteros de los coches o las secuencias donde todos los personajes se apuntan simultáneamente con armas. Su verdadera habilidad radica en transformar cualquier situación cinematográfica, sea del género que sea, en la confrontación dialéctica de dos o más personajes. Ahí su arte brilla, porque es donde juega con el conocimiento que tiene del cine, de su verborrea, de la situación creada y del conocimiento del espectador de la historia. Son esos los mejores momentos que se pueden encontrar en esta cinta, donde puede crear una tensión insoportable y romperla con la siguiente frase. El resto de su repertorio, por desgracia, no pasa de la ensalada de tiros, la violencia explícita y los múltiples guiños cinéfilos.

FICHA TÉCNICA DE MALDITOS BASTARDOS

Título original: Inglorious basterds

Fecha de estreno: 19-09-2009

Web oficial: http://www.inglouriousbasterds-movie.com/ |

Año: 2009 Duración: 153 min

Director: Quentin Tarantino

Guión: Quentin Tarantino
Intérpretes: Brad Pitt, Mélanie Laurent, Christoph Waltz, Eli Roth, Diane Kruger, Daniel Brühl

Lo mejor:  

- Los diálogos, como siempre
- Christoph Waltz, impecable
- Brad Pitt, medio en broma medio en serio con su personaje

Lo peor:

- La ambientación, iluminación y decorados, algo acartonados y falsos
- Los evidentes recortes y remaches para cerrar una historia que tenía una estructura más larga

Puntuación:

6

Nueva aportación de Tarantino a su fama de revisionista de géneros, que consigue divertir pero que recalca sus deficiencias como realizador.



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