Considerado por muchos como uno de los mejores actores de todos los tiempos -condición rubricada por dos Oscar- y por muchas como uno de los hombres más atractivos hasta que terminó por abandonarse en una competición consigo mismo por la extrema gordura, Marlon Brando, símbolo de la virilidad del hombre americano, ha fallecido en Los Angeles a los 80 años.
A pesar de que la noticia se ha conocido con retraso y ha venido precedida de una fuerte rumorología, el óbito tuvo lugar a las 18,20 horas del jueves en el hospital en que poco antes había sido ingresado.
Nacido en Nebraska en 1924, los máximos galardones de Hollywood los había obtenido por sus papeles en El Padrino y La Ley del Silencio, símbolos de una larga carrera que había iniciado a los 19 años.
En lo tocante a su vida personal, sus últimos días los había pasado arruinado con una deuda de cerca de 20 millones de dólares, viviendo de su pensión como actor en la fase final de una degradación en la que mucho tuvieron que ver las causas de su endeudamiento: la defensa legal de su hijo tras asesinar al novio de su hermanastra, que a su vez terminaría por suicidarse cinco años después.
Como despedida algo que Carlos Boyero dijo no hace mucho sobre él: "está en posesión de algo que va más allá del talento, es un don natural, algo que no puede aprenderse, ni cultivarse, ni imitar. Se llama genialidad".