Hay películas pequeñas con conmovedoras historias de gente pequeña que simplemente se aprovechan de ese núcleo de espectadores minoritarios con ganas de descubrir ínfimas joyas del séptimo arte globalizado. Este es el caso de Yuki & Nina, un filme rodado a medio camino entre Francia y Japón, en la que nos cuenta la historia de una niña franco-japonesa que asiste pasmosamente al divorcio de sus padres (él, parisiense; ella tokyota) y a la pérdida de sus raíces y de sus amistades.

Así de sencillo es el relato que nos cuenta el director japonés Nobuhiro Suwa, un realizador de la nueva ola de cineastas nipones que parece entender a la perfección los postulados infundados por Alain Resnais (de hecho, Suwa fue el encargado de preparar el remake frustrado de Hiroshima Mon Amour). Suwa, que parece levitar entre dos culturas, se apoya de uno de sus actores (Hippolyte Girardot) para rodar a dos manos las vivencias francófonas de una niña que ha nacido en París, pero cuyas raíces se encuentran en un pequeño pueblo de Japón. El viaje onírico (y casi fantástico) que emprenderá la niña, junto con su amiga francesa, por un bosque apartado de la gran urbe parisina, la conducirá de forma mágica hasta el paradero de sus antepasados nipones.

Suwa es todo un desconocido en nuestras fronteras; pero no hay mal que por bien no venga, y esta ignorancia fue aprovechada por un conocido sello distribuidor nacional para distribuir sus trabajos en una preciosa caja, en dónde se recopila casi en su totalidad toda su filmografía disponible (exceptuando H Story, el remake frustrado y reconvertido en filme aparte de Hiroshima Mon Amour). Desgraciadamente, la distribución española no ha contribuido demasiado a que esta discreta película, cuyo objetivo no es tanto en despertar nuestras emociones, sino hacernos recordar que el mundo actual está construido por el mestizaje entre culturas opuestas, haya podido ser descubierta por la gran plebe. Suwa nunca ha optado para posicionarse a favor del blokbuster fácil, pero no por eso se lo debe ignorar. De la misma manera que los padres de Yuki no deberían pasar por alto sus sentimientos.