¿Cómo puede ser que la gran triunfadora del Festival de Cannes del año 2004 solamente haya llegado vía doméstica en nuestro país? ¿Como se come que esta producción francesa hablada en tres lenguas diferentes por Maggie Cheung, por la que ganó premio como mejor actriz en susodicho festival de Cannes, haya pasado tan desapercibida? ¿Cómo se entiende que este largometraje cosmopolita que fotografía la vida de una cantante de rock asiática venida a menos no se estrenase en cines? ¿Por qué no se reivindica Clean como la producción más equilibrada y sugerente de Olivier Assayas?

Todo un misterio. Assayas, uno de los cineastas más relevantes de la nueva ola francesa de los 90, y que ha sabido canalizar sus ansias cinéfilas (cahierista total confesado y escrito), ofreció tal vez una de las mejores “películas de personajes” de principio del nuevo milenio. Se podría hermanar formalmente con Flores Rotas (2005) del señor Jim Jarmusch si no fuese porque la cámara de Assayas mantiene su objetivo fijo en la figura de Maggie Cheung (aunque también es cierto que Jarmusch lo hacía con Bill Murray, otro personaje fracasado que recorría kilómetros y kilómetros…). No por casualidad, Cheung es uno de los rostros más carismáticos del cine de Hong Kong, con una mirada penetrante que atravesaría a cualquier desalmado, y así lo consiguió con Assayas, pues fue su esposa durante su efímero matrimonio de cuatro añitos. Parece que Assayas le debiese una nota de disculpa por haberla manipulado en Irma Vep (1996), y ahora para pedirle perdón le diese plena libertad de movimiento para expresarse en toda su máxima plenitud artística; Assayas sólo debe permanecer atento a las miradas oblicuas de Cheung, sólo debe estar atento al siguiente movimiento de caderas de una actriz que no lo ha tenido fácil para traspasar la barrera del cine autóctono de su país.

Eso si, nadie ha dicho que el papel que le ha tocado interpretar sea fácil. Cheung se pone en la piel de Emily, una madre toxicómana que sale con una vieja leyenda del rock americano cuarentón y que intenta introducirse en la escena musical indie. Pero su vida da un cambio brusco de dirección cuando su marido muere por sobredosis y la inculpan por haberle suministrado drogas. Los padres del viejo rockero se hacen cargo de la custodia del hijo de ambos; Emily sale de la prisión y decide irse a Paris para rehacer su vida. El destino hará que se cruce en su camino una nueva oportunidad para rodar un álbum, al mismo tiempo que tendrá la posibilidad de recuperar a su hijo si renuncia al sueño que todo artista musical aspira: firmar un contrato discográfico. Difícil elección que se equilibrará cuando sea aceptada por su hijo y pueda regresar a Estados Unidos efímeramente para rodar un último disco, previo a la reconciliación familiar que tanto deseaba.

Nick Nolte, con su fisonomía característica haciendo de padre fracasado, se compagina magníficamente las escenas más duras con Maggie Cheung, aunque esta última le roba todo el protagonismo, apoderándose de la fuerza dramática que se requiere para rodar según que secuencias emocionalmente intensas. Emily es una mujer con un carácter fuerte, pero no emana frialdad en su mirada ni su rostro compungido al haberse truncado su vida de un día a otro. Cheung era la actriz perfecta para encaran este papel, y demuestra su validez como actriz en un cine globalizado como el que se nos pone por delante en esta cinta apta para seguidores de las “road movies”, como para quién quiera pasar un par de horas con una madre con un coraje sobrecogedor. Un coraje que se remarca por las canciones que acompañan a Emily durante su banda sonora diaria. Y es que como era de esperar, la música cobra especial protagonismo, primando las canciones de estilo pop-rock indie, pero también tienen cabida esos temas instrumentales que de forma minimalista rodean el mundo interior de los personajes principales.

Clean mantiene una puesta en escena muy alejada a Las Horas del Verano (2008), así como del thriller asfixiante que fue Demonlover (2002), lo que pone en evidencia de que Assayas tiene talento como realizador, que sabe contar historias, y si lo hace acompañado de una actriz como Cheung, su cine se redimensiona hacía una sensibilidad especial que se apodera de todos los espectadores.