Dante Lam Chiu Yin es uno de los nombres actuales a retener del cine de la ex-colonia británica. Especializado en productos de acción, su capacidad para recrear atmósferas asfixiantes, unido al buen talante narrativo que practica con sus cámaras, lo ha convertido en uno de los cineastas más relevantes del “polar” hongkonés de la última década. Fire of Conscience (2010) es su producción más interesante desde el punto de vista visual y conceptual, con una compleja trama de personajes entrecruzados al margen de la ley, que pondrán en jaque al espectador que disfruta desentrañando las tramas de esos thrillers policíacos corales.

Todo empieza en los títulos de crédito que abren el filme: tres escenas fotografiadas y suspendidas en el tempo, paradas en el aire y con personajes literalmente troquelados, rodadas cada una de ellas en un plano fijo sin movimiento con un croma gris, y que aparentemente, nada tienen que ver la una con la otra. El espectador asiste a un baño de sangre producida por un atracador y dos policías en unas escaleras de una concurrida área comercial; al robo de un móvil de un inspector de la policía perpetrado por unos jóvenes de instituto; y a una sesión de sadomasoquismo entre una prostituta y su cliente. Y la acción empieza.

Lam da movimiento a la moviola, dando el pistoletazo de salida a una trama en la que encontramos a un policía fracasado experto en carteristas y que perdió a su mujer embarazada, a un inspector que se mantiene en el límite de la legalidad al trabajar con narcotraficantes y a un pobre diablo que trabaja como perro contrabandista transportando sustancias ilegales y cubriendo a sus colegas de profesión. Las tres tramas se irán intercalando de forma majestuosa y con un ritmo trepidante que dejarán sin respiración al público, con un final algo alargado que le sirvió a Lam para fijar el título de esta realización 100% “made in Hong Kong”.

Lo más interesante es cómo emplea la cámara para que nosotros, los espectadores, seamos un protagonista más de la función. En todo momento intenta moverse por parajes diferentes del Hong Kong urbanita, y lo más importante, buscando localizaciones que se alejen de los sitios habituales al que estamos acostumbrados a ver en las películas de este pequeño territorio de régimen especial capitalista de la Gran China. Obviamente, la ciudad no da más de sí, y los rincones más famosos los filma desde ángulos poco frecuentados en el cine de acción de Hong Kong (obviando la zona de Kowloon al otro lado de la bahía): desde unos viejos garajes abandonados, hasta el edificio de cristal más emblemático de Hong Kong, el BOC Tower. Y lo hace rodeado de un equipo excelente; además de rescatar a Leon Lai, actor que en los últimos tiempos había pasado algo desapercibido en películas banales, pero que con su papel de policía amargado por un pasado traumático (así como su intervención en la galardonada Boyduards and Assassins), manifiesta síntomas de recuperación artística.

Atención también a la banda sonora de Henry Lai, que con su combinación de sintetizadores y gran pomposidad orquestal, demuestra que su música para nada envidia a un Hanz Zimmer o un Harry-Gregson-Williams. Atrás quedan esos años 80 en que toda peli de acción de Hong Kong se nutría de “scores” con baratos sintetizadores de pocos recursos filarmónicos.

Fire of Conscience se presentaba el 1 de abril de 2010 en los concurridos cines de la vieja colonia británica, y puede considerarse como la producción más exitosa y novedosa en lo que llevamos de año de Media Asia, tal vez una de las compañías más solventes e interesantes de la industria del cine de Hong Kong (Johnnie To se apoya en ella, de forma productiva o distributiva). En los carteles y los “teasers” la promocionaron como la “nueva película del director de Beast Cops y The Sniper”. Curioso, pues la primera fue el segundo largometraje de Lam (co-dirigido por Gordon Chan) y por el que fueron premiados en los Hong Kong Film Awards del año 99 (un equivalente de la ceremonia de los Oscar pero a nivel autóctono); mientras que The Sniper fue una grata sorpresa de la temporada primaveral del 2009, que catapultó a Lam entre los grandes de la industria del cine policiaco. ¿Pero qué pasa con el resto de productos de Lam? ¿Acaso no generaron suficientes beneficios para sus inversores? ¿No tuvieron resonancia mediática? Y tanto que sí, solo falta ver The Triad Zone (2000), en la que se adentraba en el frondoso mundo de las triadas con un desbocado Tony Leung Kar-Wai (El Amante); The Twins Effect (2003), una de acción con vampiros que tuvo una distribución internacional (incluyendo España vía Festivales y DVD); o la apreciable Heat Team (2004), una buddy movie en su rigurosa concepción, pero que destacaba sobretodo por las cuatro secuencias de acción bien filmadas. Y ojo, no confundir esta última con Hit Team (2001), película previa que también fue rodada por él, en el que enfrentaba a una tropa de fuerzas especiales de elite de la policía con un grupo criminal organizado por tres ex-policías). Sin olvidar su opera prima Option Zero (1997), en la que se mezclaba las preocupaciones, en ese momento actuales, del inminente retorno de Hong Kong a la China comunista con las tendencias del cine de acción del momento.

Dante Lam es un cineasta que se mueve mejor dentro del “polar” que no probando otros géneros en los que no se siente cómodo, como se atestigua Undercover Hidden Dragon (2006), una parodia del cine de gángsteres realizada a cuatro manos junto a su colega Gordon Chan. Fire of Conscience culmina sus postulados acerca de cómo debe ser el cine de entretenimiento de calidad, exponiendo además un tema muy puesto en boca de todos los cineastas después de que Johnnie To lo presentara en sociedad en Breaking News: el papel que juegan los “mass media” y las nuevas tecnologías en el contexto del policía contemporáneo, y como la mafia se aprovecha de la gente inocente. La consciencia de Lam nos pone al día de los bajos fondos enturbiados del Hong Kong actual de una forma ejemplar, modélica desde el punto de vista cinematográfico, y con un sentido de la planificación que ya querrían para si algunos francotiradores del Hollywood actual.