Llega la producción histórica definitiva sobre Hong Kong; llega la mejor película del 2010 facturada en la ex-colonia británica; llega el mejor espectáculo visual que se ha podido ver en el género negro: los asesinos infiltrados del gobierno chino y los guardaespaldas revolucionarios por fin toman los cines.

Año 1901. Primer asesinato político de Hong Kong. En 1905, Sun Wen, un revolucionario exiliado, emprende acciones desde el núcleo de la resistencia en pleno centro de Hong Kong. Varias familias chinas exiliadas le siguen la corriente e intentan promover una revolución que termine con las ansias imperialistas del Emperador, con la utopía de construir la Primera República Democrática China. Varios espías del gobierno de Pequín se infiltran en las calles del ya por entonces bullicioso Hong Kong, ante la pasiva mirada de los gobernadores británicos. Su objetivo: asesinar a Sun Wen. Pero el grupo revolucionario no se lo pondrá tan fácil, y más cuando entre sus filas se hallen expertos luchadores de kung-fu.

A grandes rasgos este es el argumento de esta superproducción rodada por Teddy Chan, y que parte en todo momento de unos hechos históricos y de unos personajes que supuestamente existieron. Un relato que se expande con fuerza en sus más de dos horas de metraje, equilibrado y estructurado en dos partes muy diferenciadas: mientras que en el primer segmento asistimos a las confabulaciones de ambos bandos y a la presentación de todos los personajes relevantes, en la segunda hora presenciamos los diferentes enfrentamientos que en muchos casos terminan en fortuitos baños de sangre.

Ante todo, Bodyguard and Assassins es una película histórica, que se aprovecha de esos acontecimientos políticos y sociales de la época para evolucionar hacía un tipo de cine negro en el que el espionaje y las alianzas familiares desempeñan un factor fundamental para el desarrollo de la historia. Lo que se convierte pues en una producción un tanto hermética para el espectador no familiarizado con la situación geopolítica e histórica de la zona. A todo ello debemos añadirle unas dosis de combates marciales protagonizados sobretodo por Donnie Yen (en lo que supone uno de sus mejores años profesionales) y Leon Lai. Son pequeños enfrentamientos secundarios (algo violentos) que aportan la ración habitual de artes marciales tan idiosincrásica del cine de la ex-colonia británica. Son pugnas que dan sentido al título del filme, y que están pensadas para que la gente se las crea y se asombre al mismo tiempo con ellas. No son excesivamente realistas, pero si espectaculares y muy contundentes. Eso si, Donnie Yen está algo contenido en su rol de policía traidor que domina el kung-fu, pero sigue demostrando que está en mejor forma que Jet Li o el viejales de Jackie Chan.

Pero hay más virtudes a destacar: explosiones bien filmadas, persecuciones muy cinematográficas (la última de todas imitando la bajada de las escaleras de El Acorazado Potemkin), mucho perfeccionamiento técnico en las escenas de acción, una lograda recreación del Hong Kong de principios del siglo XX, un cuidado diseño artístico (sobre todo en vestuario y escenografía) y una pequeña (y tardía) reivindicación de los principios democráticos en un territorio en el que por ley seguirá prevaliendo el régimen capitalista hasta el año 2046. Y es que seguramente al gobierno chino no le debe haber sentado muy bien que Bodyguard and Assassins se haya convertido en la película más taquillera de Hong Kong y Macau durante dos meses consecutivos, y que encima se llevase hasta ocho premios en los Hong Kong Film Awards 2010. Pero ya se sabe que este reducto territorial del capitalismo desaforado sigue buscando sus libertades como los personajes que en su día fueron considerados unos terroristas y que cien años después son recreados como unos auténticos héroes revolucionarios. La historia es la misma, pero la percepción que se tiene de ellos varía en función de quien la cuenta, y precisamente Teddy Chan juega con esta ambigüedad sin perder ni un solo ápice de ritmo y de lo que entendemos como buen cine comercial.