¿Cuál es el motivo para hacer una película en la que no hay historia y todo el mundo es detestable? Aunque yo no lo he encontrado, me gustaría pensar que existe un motivo. Para mi es un misterio total por qué monadas como Brittany Murphy y Mena Suvari aceptaron sus papeles en este film. Algo de poético tiene que haber en la degradación para que las pequeñas divas se presten a esto.
Se ha comparado Spun con Trainspotting. No es más que falsa publicidad, otra burda mentira del marketing. Trainspotting cuenta una historia y engancha, Spun simplemente es un cúmulo de despropósitos que no lleva a ninguna parte. Ross, el protagonista, es a primera vista el más integrado de la pandilla de monstruos. Debajo de su cara de niño bueno hay un adicto a la methamfetamina, la droga del momento en Estados Unidos, y un misógino que disfruta atando a las mujeres y abandonándolas en su apartamento durante días. ¿Alguien entiende al muchacho? Ni falta que hace. Ross (Jason Schwartzman) conoce en la casa de su camello habitual a Nikki, la novia del Cocinero, el dealer que fabrica la droga que todos consumen con fruición. Ross quedará fascinado por él, y le seguirá durante sus últimos días.
Mickey Rourke continúa comportándose como un decadente, interpretando en esta ocasión a un personaje ausente, un ser que aunque aparece delante de la cámara no comunica nada, excepto que es vulgar y desagradable y los homosexuales se vuelven locos por sus huesos. Yo creo que en el fondo Mickey Rourke sigue vivo, que algún día vendrá un Tarantino y le resucitará el morbo. Por ahora sólo puntúa para vicioso.
Resulta turbador comprobar como tan poco tino se ha llevado a cabo deliberadamente, con horas de trabajo detrás. Esta es la primera película de Jonas Akerlund, un realizador consagrado en el mundo del video clip y de la publicidad, y se ha esforzado de lo lindo para encontrar nuevas texturas y encuadres. Por su parte los novatos guionistas Will de los Santos y Creighton Vero firman unos diálogos fluidos y realistas. Cogidos uno por uno sus personajes podrían resultar hasta interesantes: un químico que prepara drogas nuevas entre explosión y explosión, una lesbiana que trabaja en el teléfono erótico, una madre obesa que depende de su granuloso hijo, una pareja de policías drogadictos... Puro bestialismo americano. Pero todos juntos, ofreciendo uno detrás de otro su horrible cara, y nada que hacer en todo la película excepto drogarse, es un sufrimiento que no se lo recomiendo a nadie. Aconséjela a sus enemigos.