Una comedia sobre un asesino a sueldo que tiene problemas con su mujer y que intenta salvar a su exmujer de un secuestro. ¿Les apetece verla? Lo cierto es que desde el planteamiento Más falsas apariencias apesta. En la segunda parte de Falsas apariencias Hoz, (Mathew Perry) decide recurrir a su amigo Jimmy "El Tulipán" Tudeski, de profesión asesino, (Bruce Willis) para rescatar a su mujer. Para mayor abundamiento, ahora las respectivas esposas, Jill y Cynthia, se han intercambiado y a nadie parece que le importe gran cosa.
Sin un solo gag trabajado, ni una sola escena verosimil, Willis y Perry son incapaces de provocar risa o algo que se le parezca al público. Los más emocionante del film son sin duda sus dos despampanantes chicas, Amanda Peet y Natasha Henstridge, quienes desgraciadamente tampoco añaden un solo gramo de inteligencia al producto.
Es cierto que durante los primeros minutos del metraje resulta casi gracioso ver a Mathew Perry emulando a Woody Allen. Sin embargo el encanto rapidamente se desvanece cuando se revela que absolutamente todos los personajes son unos tarugos pasados de rosca, excepto evidentemente el interpretado por Bruce Willis que simplemente hace de Bruce Willis.
Todo lo que los guionistas George Gallo y Mitchell Kapner plantean es facilón y manido. Por su parte, Howard Deutch, supuesto especialista de la comedia, (La Extraña Pareja, Otra Vez (1998) y Discordias a la Carta (1995)), no hace nada por subir el listón. Probablemente ni falta que les hacía, porque la primera parte es otra tontería y con ella los productores se forraron. La idea de un asesino a sueldo con vida personal como todo el mundo no debería haber bastado para llenar los cines. Ya se había hecho, de una manera infinitamente más inteligente y trabajada, en Una Terapia Peligrosa o en la serie de Los Soprano.