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Sopressata cinematográfica (1): Il Gatto Nero

Un artículo de Eduard Terrades || 13 / 6 / 2011
gato negro

Más conocida por el salami curado que se puede degustar en cualquier ciudad italiana, la “sopressata” es un exquisito manjar originario del sur de Italia, que sí la queremos catar sin curar hay que dirigirse directamente a la zona de la Toscana, etiquetada con la máxima categoría de “prodotto agroalimentare tradizionale”. Durante muchos años, los cinefagos, como buenos gourmets que son, se han empachado de salami italiano cinematográfico: productos de género que tienen el privilegio de contar con la denominación de origen como el violento cine “poliziesco” ubicado en ciudades industriales como Milán, las cutre adaptaciones de fumettis con sabor pulp como Diabolik, el gore más pasado de vueltas de Lucio Fulci o el entrañable terror casposo de Lamberto Bava. Nosotros vamos a fijarnos en estos extraños productos para trazar unas nuevas coordenadas del cine italiano, ayudándolo a salir de ese ostracismo al que se ha visto abocado en los últimos años ante tanta empalagosa cinta romántica.

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Demos por inaugurada esta sección pues con un largometraje curioso, que visionándolo en su doblaje español aún da una mayor sensación de acumular tanta caspa en sus espaldas como el asesino parapsicológico que aparece en ella: El Gato Negro (1981), una desafortunada adaptación del ya clásico cuento de Edgar Allan Poe, en la que un minino con malas pulgas es inducido a cometer asesinatos por un chiflado hombre de mediana edad obsesionado en poder comunicarse con las almas del más allá. ¿O tal vez es el mismo felino el que incita al propietario a planificar posibles homicidios contra ciudadanos inocentes en la región en dónde habitan? Una premisa interesante que en manos del bueno de Fulci resulta confusa, risible y con secuencias planificadas expresamente para contentar a los “gore adictos”.

Fulci nunca ha sido un cineasta demasiado apreciado por la crítica más ortodoxa, pero si que es estimado por ese demográfico que asiste a festivales especializados y que sabe perfectamente en que ambientes deben visionarse este tipo de descalabros fílmicos. Y es que ante las limitaciones presupuestarias, sorteadas con mil y un efectos chusqueros que al mismo tiempo resultan hasta cierto punto convincentes, lo mejor es dejarse llevar por la imaginación para poder completar el mínimo de metraje exigido por los productores. Fulci en este aspecto es un maestro, y aún partiendo de material ajeno con respecto a la historia, sabe combinar a la perfección todos esos ingredientes que son necesarios para cocinar un discreto filme de terror, con ese sabor malsano tan característico en sus obras y con momentos hilarantes que producen la estupefacción del espectador más adormilado. Así, la inverosímil secuencia en la que una pareja utiliza el trastero de un embarcadero como picadero, siendo encerrados en ella por el gato en cuestión mientras este último manipula el conducto del aire acondicionado para que mueran intoxicados, resulta mucho más graciosa que no escabrosa. Toda ella montada en paralelo mientras los padres de ambos teenagers se preguntan a dónde habrán ido sus hijos. Lo rocambolesco es la manera en como hallan el paradero de las dos víctimas, ayudados incomprensiblemente por los poderes psíquicos del verdugo en cuestión.

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Aún así, y muy a pesar de los absurdos giros de guión, contiene algunas ideas de fondo que ayudan a subsanar los errores enmendados a lo largo de sus 90 minutos: el hecho de que una fotógrafa que se encuentra de paso por la región sea requerida por la policía para que tome muestras de los lugares de los crímenes, convierten a la protagonista en función en una especie de heroína que juega un papel básico en el clímax final como damisela en apuros. Visto hoy en día puede parecer un cliché del cine de “explotation”, pero sí hay algo que funcione en este largometraje de serie B son precisamente sus estereotipados tópicos argumentales. Puede que no sea la producción más lograda de Fulci, pero tal vez si una de las más entretenidas por su falta de prejuicios estéticos, su incoherente trama y su poca adscripción al cine de calidad. Seguramente estos son los motivos por los que os harán pasar buena velada de sábado noche.

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La sección en donde se dará a conocer obras perdidas del cine, de ayer y de hoy, con el objetivo de que lleguen al espectador con mayores inquietudes cinéfilas

Actualización: Lunes.

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