Para la mayor parte del público español Bob Sponja no es más que una extravagancia repentina que ha llegado a la cartelera para el público infantil, en lo que es en apariencia un nuevo intento por hacerse con la atención de los niños y darles nuevas y extrañas mascotas. Por ello, ni le darán una excesiva importancia, ni le pronosticarán un largo camino.
Lejos de eso, la creación de Stephen Hillenburg ha llegado a convertirse en un auténtico fenómeno en EEUU, y no sólo entre los más jóvenes si no que del tal Bob ha llegado a decirse en The New York Times que “Es el dibujo animado más encantador de la televisión, y también uno de los más raros. Tiene un sentido del humor limpio, lo que no carece de sentido porque al fin y al cabo su protagonista es una esponja”.
Prueba de esta repercusión puede encontrarse en los doblajes de la versión original, donde al “reparto” oficial de la serie televisiva se le añaden las voces de Alec Baldwin (el mafioso Dennis), Scarlett Johansson (la sirena) o incluso David Hasselhoff que pone algo más de su voz interpretándose a sí mismo, si bien por medio de su personaje playero.
El extraño cruce de la serie de Nickelodeon, que aquí nos lleva a un viaje homérico de Bob y su amigo estrella Patrick hacia la aceptación de su infancia y otras tantas cosas, supone un punto intermedio entre el dibujo de inocencia tradicional, y el adulto-gamberro-transgresor de tal forma que sin salirse de lo políticamente correcto, rompe las estructuras tradicionales del relato. Con un humor absurdo que compensa su falta dirección con ritmo, da a fuerza de tontería una visión de la existencia en Fondo Bikini tan excéntrica como positiva.
Con sus toques de buddie movie, desde el primer momento da la sensación de que el recorrido que vamos a hacer con la esponja en búsqueda de su madurez, lo hacemos guiados por alguien que será todo lo inocente que quiera, pero que abusa regularmente de ciertas formas de tabaco adulterado. Cuando asistamos a los alegres bailes de unos piratas fans de Bob, cuando atendamos a las canciones infantiles a las que no pueden evitar rendirse él y Patrick, cuando avanzado el metraje David Haselhoff aparezca de la nada para tomar su protagonismo, quienes sepan por experiencia de cómo funciona todo en este particular universo, seguirán entre risas buscando la siguiente incoherencia perfectamente calzada en él, en tanto que el espectador más desorientado no dejará de abrir los ojos tratando de sistematizar lo visionado y encuadrarlo en alguna categoría comprensible.
Pero lo cierto es que sus amables personajes, su afición por un humor entre ingenuo y descontrolado, tienen algo de refrescante que puede ser aceptado por todos los públicos, aunque la serie de TV sea claramente el mejor entrenamiento antes de acudir a la película.