Su extensa trayectoria periodística y crítica ha hecho de él uno de los profesionales más respetados en el ámbito cinematográfico de nuestro país. Tonio L. Alarcón (1976) publica ahora su primera obra en solitario, "Superhéroes: Del cómic al cine", un completo repaso a las adaptaciones cinematográficas de los superhéroes más célebres, desde los primitivos seriales a las últimas superproducciones de Hollywood. El autor dedica además especial atención a personalidades tan destacables como las de Alan Moore o Mark Millar, y valora la fidelidad que cada producción audiovisual ha mantenido respecto a sus fuentes originales.
El libro se titula explícitamente Superhéroes. Del cómic al cine. ¿Qué peso tiene uno y otro medio en el texto?
Hombre, hay que señalar que se trata de un libro específicamente sobre cine. He intentado relacionar a los personajes con su trayectoria editorial, porque me parece fundamental para entender la deriva de sus adaptaciones, pero no he ido más allá: habría sido mucha ambición para una obra dirigida al gran público.
Tu actividad principal es la crítica de cine, pero hace bien poco te definías explícitamente entre quienes se toman en serio el mundo de la viñeta...
Me lo tomo tan en serio como para, durante mi adolescencia, haber soñado con dedicarme a él. He sido, soy y seguiré siendo siempre lector de cómics: es un medio que me fascina y me estimula, y en el que se pueden contar cosas a las que el cine, de momento, no llega.
¿El texto tiene una intención informativa, didáctica, o abarca también la comparación formal entre medios?
Como antes comentaba, es un libro dirigido al gran público, así que tiene una intención puramente divulgativa. Seguramente, por deformación profesional, haya más de crítica cinematográfica de lo que pretendía, pero nada más. El tema me interesa, y mucho, pero no creo que sea la obra adecuada para ello.
¿Crees que esa comparación formal entre medios que hemos citado es relevante en la sinergia actual entre cine y cómic?
La relación entre cómic y cine va mucho, pero mucho más allá de las adaptaciones de superhéroes. Son dos medios que se han retroalimentado mucho a lo largo del tiempo desde un punto de vista narrativo, a veces con consecuencias artísticas espléndidas: echo en falta, aun así, experimentos tan estimulantes como el realizado con el montaje de Hulk (Ang Lee, 2003).
¿Hasta qué punto crees que tiene influencia el cine en el rumbo de un personaje de cómic? Películas como Iron Man resucitaron al superhéroe en cuestión, otras casi podría decirse que los han ridiculizado.
Antes, podía influir de forma importantísima. Sin ir más lejos, el propio Superman empezó a volar porque, al animarlo por primera vez, en Fleischer Studios se dieron cuenta de que el hecho de que sólo pudiera dar saltos largos resultaba ridículo... Hoy en día, sin embargo, los superhéroes tienen una historia detrás tan amplia, tan llena de detalles, que las películas van por su propio camino, y en realidad marcan cierta distancia respecto a los cómics.
En la editorial para la que has publicado, Calamar, suele dársele mucha importancia a la maquetación y las ilustraciones. ¿Cómo se han escogido para este trabajo?
Esa labor la ha realizado Miguel San José Romano, director y diseñador de Calamar, que ha hecho un esfuerzo impresionante para ilustrar las 288 páginas del libro con todo tipo de fotografías en color. Siempre me ha gustado el trabajo de Miguel, y la verdad es que el resultado me parece maravilloso, muy atractivo visualmente.
¿A qué achacas la popularidad de los superhéroes en nuestros tiempos? Más allá, quiero decir, de su tirón comercial, o del trabajo ya hecho que puede encontrar una productora en un cómic.
Creo que por la misma razón que ha llevado al cine de terror a vivir una especie de renacimiento: que la actual situación socioeconómica, que además va para largo, parece llevar al público a buscar entretenimiento que le ayude a olvidar su día a día. Lo que tiene el superhéroe es que ofrece al espectador la posibilidad de disfrutar de lo que no deja de ser una versión moderna del cine de aventuras: puro y duro escapismo.
El libro ofrece una interesante división en cuatro apartados correspondientes a diversos tipos de editoriales, con Marvel y la DC al frente. ¿Cómo valoras la importancia de ambas editoriales en el fenómeno de los superhéroes y sus respectivas estrategias de salto al cine?
Precisamente ésa es una de las claves de reflexión del libro: hasta qué punto ambas editoriales proyectan sobre sus proyectos cinematográficos su filosofía sobre el medio. Marvel empezó muy bien, poniendo sus franquicias en manos de directores con personalidad, pero en cambio ha acabado aplicando las mismas ideas que en sus cómics, dándole revelancia a los personajes y reduciendo la flexibilidad para jugar con éstos. En cambio DC, salvo excepciones como la flojita Linterna Verde, parece que escoge sus proyectos cinematográficos con mucho cuidado y se los encarga a gente que se los lleva a su terreno (Christopher Nolan, Zack Snyder, Bryan Singer, etc). Y no es casualidad que ese mismo esquema se repita en las producciones animadas: las de DC son exquisitas, las de Marvel meramente entretenidas.
Apenas has tenido la oportunidad de introducir en el texto a algunas superheroínas (Supergirl, Catwoman, Elektra…), y está bien reciente el fracaso de Wonder Woman como protagonista de una serie televisiva. ¿Qué piensas de la sistemática adscripción del género a los hombres adolescentes?
Que es una elección industrial. El hombre adolescente es, imagino, un comprador mucho más fiel y más sistemático (no he visto estudios de marketing al respecto, pero imagino que los habrá), así que los cómics de superhéroes, digamos “mensuales”, siguen dirigidos a ellos de una manera totalmente premeditada. ¿Por qué, si no, Marvel ha matado al Peter Parker de la línea Ultimate y lo ha sustituido por un miembro de una minoría étnica? Puro marketing.
¿Crees que los superhéroes pueden escapar a su condición de rito de paso cultural masculino?
Tampoco es cuestión de generalizar. Hay obras del género, como Watchmen, Batman: El señor de la noche o el Animal Man de Grant Morrison, que se salen de los esquemas superheroicos y los replantean desde un ángulo adulto. Que sean minoritarias a nivel comercial es otra cuestión: ahí partimos tanto de una limitación cultural (el cómic de superhéroes sigue viéndose como algo para teens) como del planteamiento industrial que antes mencionaba.
Nos hallamos ante una iniciativa editorial atrevida, teniendo en cuenta ese réquiem por lo impreso que se entona desde hace tiempo. Tú tienes mucha experiencia, has participado en revistas fenecidas como EDGE y NGamer y lo haces actualmente en otras viento en popa como Imágenes de Actualidad (donde has pasado a ser coordinador) y Dirigido Por. ¿Cuál es tu impresión sobre el momento que vive el sector?
Dejadme aclarar que lo de que van viento en popa es muy relativo. En general, el sector editorial vive un momento de crisis, y de eso no se libra nadie, ni siquiera una empresa tan consolidada como Dirigido Por. La verdad es que desarrollar todo lo que tengo que decir al respecto daría para otra entrevista completa, pero creo importante señalar que aquí hay un cruce de circunstancias, y es que a la crisis “natural” del sector se le ha unido la crisis económica global, y los resultados están siendo catastróficos. Y en cuanto a hacia dónde vamos… Es difícil de predecir. En general, se produce el debate erróneo sobre si vamos hacia lo digital y si sobrevivirá el papel. Porque ahí no está la cuestión. Lo importante es si se va a seguir leyendo. Porque tenemos por delante una serie de generaciones a las que no se les inculca el placer de leer (algo impulsado a propósito desde las altas instancias), a los que les da una pereza tremenda la palabra escrita y que, por lo tanto, le están dando la espalda al acceso más directo y rápido a la cultura.