B.B. King, uno de los intérpretes de blues más importantes de la segunda mitad del siglo XX, ha vuelto por sus fueros. Y lo hace pocas semanas después de celebrar su 80 aniversario. Con la ayuda de Lucille, una guitarra renacida en decenas de ocasiones, el músico de Itta Bena (Misisipi) ha firmado discos que han marcado la evolución de un estilo nacido de la esclavitud. Por otra parte, desde hace tres décadas, y con una fórmula ligeramente edulcorada, ha podido saborear el éxito que proporcionan las grandes audiencias. Sin embargo, con One Kind Favor, B.B. King ha decidido recordar sus raíces.
Los orígenes de este genial guitarrista están en el delta del río Misisipi, un territorio fértil, también para la música. Fue allí donde, siendo un crío, se empapó de los ritmos del country, el jazz y, sobre todo, del gospel que interpretaba en la iglesia de Indianola. Pero los fundamentos de su estilo también están en Memphis (Tennessee), donde el joven Riley B. King se citó con su primo, el también guitarrista de blues Bukka White.
Sesenta años después de aquel importante viaje, el músico norteamericano ha querido recuperar aquellos primeros conocimientos. Para conseguir su objetivo, B.B. King ha recurrido a los clásicos del género, en ocasiones casi desconocidos, como Lee Vida Walker u Oscar Lollie. Pero, con su voz y su guitarra, ha conseguido dar una nueva dimensión a un repertorio casi centenario. Es el caso de la inicial y majestuosa “See That My Grave Is Kept Clean” de Blind Lemon Jefferson; la bailable, gracias a unos grandiosos arreglos de viento, “How Many More Years” de Chester Arthur Burnett, más conocido por el nombre artístico de Howlin’ Wolf; y el sobrecogedor e intenso “Backwater Blues” de Big Bill Broonzy.
En One Kind Favor también hay sitio para homenajear a los primeros ídolos. Ahí están “I Get So Weary” de T-Bone Walker, un intérprete que acercó el blues al rock and roll, y Lonnie Johnson. Dos de sus composiciones, la arrastrada “My Love Is Down” y la balada “Tomorrow Night”, muy cercana al jazz por su línea de piano, se convierten en piezas de una sensibilidad emotiva enorme.
En conclusión, One Kind Favor debería servir para acercar a los profanos a un estilo sublime como es el blues. B.B. King lo interpreta con maestría, tanto con su voz como con sus dedos, y, además, bebe de las mejores fuentes a su alcance.