¿Qué balance haces de estos casi quince años que has dedicado a escribir y cantar canciones para La Cabra Mecánica?
Sería imposible resumir todo lo que ha supuesto para mí, ya que 15 años son prácticamente una vida. Me quedo con el testamento musical que puede suponer Carne de Canción y con el cariño y respeto que estoy recibiendo en esta despedida.
Ese testamento es una especie de antología comentada con nuevas grabaciones. ¿Cómo afrontaste el proceso de elaboración de este último disco?
Lo afronté con ganas de buscarme de nuevo las cosquillas en contextos que a priori podrían no ser los míos, buscando nuevas maneras de cantar, dándole la atención debida a los temas nuevos, que apuntan hacia donde podrían ir los tiros a nivel compositivo en el futuro. Es un homenaje al público que me ha seguido todos estos años.
La banda se despide del público en la gira de Fito y Fitipaldis, uno de los grupos que mayor éxito tiene ahora mismo. ¿Qué valoración haces de la experiencia?
Está siendo muy positiva, ya que aparte del cariño, el respeto y la amistad que me unen a Fito, estoy recibiendo lo mismo de su público. Vivo mi propia y egoísta satisfacción por la oportunidad que se me brinda, junto a la de ver a alguien que es, en muchas cosas, un espejo donde mirarse, triunfando de esa manera tan incuestionable.
¿Te sientes más observado y querido ahora que has decidido enterrar La Cabra Mecánica?
Es posible: siento que este final ayuda a poner las cosas en su sitio y transmite un mensaje sincero.
En Troublemakers Blues Review te has reunido con músicos que ya conocías (Julián Kanevsky y Manolo del Campo) y un colaborador nuevo (Juli El Lento). ¿Qué sientes cuando vuelves a tocar con amigos en salas pequeñas?
Tocar el bajo y cantar blues son cosas que me hacen sentir, de alguna manera, en casa, ya que son los lugares a los que siempre vuelvo cuando me siento perdido. Poder tocar con músicos a los que admiro, y que además son amigos, hace la experiencia mucho más bonita. Aunque ya se sabe: donde hay confianza… ¡jejeje!
¿De dónde te viene la fascinación por el blues?
Cuando empecé como bajista a finales de los 80 escuchaba mucha música rock que aparte de fascinarme por sí misma, me abrió la puerta a ciertos colores que en un principio no sabía identificar y que eran folk, el blues y el rock & roll. Poco tiempo después comencé a trabajar como bajista, dedicándome a estos tres estilos casi en exclusiva, aparte de hacer mis primeros escarceos con el jazz y las sonoridades cercanas al flamenco.
El repertorio del álbum, Chicano Blues, se compone de clásicos del llamado blues de Chicago (Willie Dixon, Howlin' Wolf, etc.) y una versión de Led Zeppelin. ¿Qué criterio seguisteis en vuestra elección de canciones?
Buscábamos agradar tanto a los aficionados al blues más acérrimos como a la gente que no lo conocía, y para ello el repertorio de Willie Dixon es ideal. Suena muy fresco y optimista, es muy accesible y de una extraña manera siempre resulta muy familiar.
Siempre has tenido un tono de voz peculiar al cantar, pero ahora suenas más ronco todavía... ¿una exigencia del estilo?
Me gusta mucho jugar con mi voz. A veces me gusta romperla, otras veces utilizo giros casi femeninos, otras las canto más country… En concreto con el blues mis referencias vocales son Willie Dixon, Muddy Waters y, sobre todo, Howlin' Wolf.
Con el disco de debut ya en las tiendas, ¿habéis pensado si el grupo tendrá continuidad?
Como no es este un proyecto en el que nos vaya la vida en lo que a ventas se refiere, y todos trabajamos como músicos en otros muchos proyectos, la vida de los Troublemakers va a ser bastante larga.
Hace un tiempo anunciaste el nacimiento de una nueva formación, Miguelito. ¿Cómo van los preparativos para el parto?
Van bastante bien. He sustituido la ansiedad por las crisis creativas, por el ansia de volver a contar cosas. Empieza ahora el momento más bonito del trabajo de un músico, es una excitación grande, muy íntima, difícil de explicar pero que te hace sentir muy vivo.
¿Qué tipo de música harás con esta nueva banda?
Me gusta decir que seguramente sea otra especie de “Frankenstein” musical, aunque con mejor cerebro esta vez.
Por último, después de tantos años, grupos y proyectos... ¿cómo ves el panorama musical español e internacional?
En lo estrictamente creativo se vive un momento muy bueno, en el que los músicos están volviendo a mirar a sus raíces y su pasado para volver a construir de nuevo, corrigiendo los errores del pasado y esperanzados, a pesar de todo, ante un panorama desolador.