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Velvet Revolver

Un artículo de Locky Pérez || 24 / 9 / 2004

La expectación previa que había suscitado la presencia de Velvet Revolver en los escenarios españoles fue corroborada durante su actuación en Barcelona con el lleno total de la sala Razzmatazz.

Con el recuerdo de Guns n’ Roses flotando en el ambiente y el público exteriorizando los primeros síntomas de nerviosismo por el retraso de 20 minutos sobre la hora señalada, la aparición entre tinieblas de Duff McKagan, subido al P.A. con su camiseta blanca, marcando pecho, y su reconocible cabellera rubia, provocó los primeros gritos de entusiasmo.

A los pocos segundos, la atronadora batería de Matt Sorum y las guitarras de Slash y Dave Kushner inundaron el recinto de sonido para que Scott Weiland, en una fulgurante entrada en escena comenzara a vocalizar las estrofas de Sucker Train Blues, habitual apertura del grupo en sus conciertos europeos y uno de los puntos fuertes de su opera prima Contraband.
Desde el inicio quedó claro que el polémico vocalista estaba en escena para imponer su presencia y ser protagonista. Con guerrera y gorra militar y pantalones blancos satinados, el ex Stone Temple Pilots, movió su cuerpo de lagartija con provocativos meneos mientras sonaban uno tras otro, Do It For The Kids, Headspace y Spectacle.

Para entonces, ya había quedado patente que el sonido de batería estaba algunos puntos por encima del resto de la instrumentación y que, consecuentemente, Slash iba a tener que esforzarse al máximo para que sus solos no quedasen ahogados. Con la guitarra pegada verticalmente a su cuerpo, en una pose clásica, demostró que no ha perdido su maestría. La euforia del público mientras sus dedos recorrían el mástil, así lo corroboró.
Por otra parte, Kushner aportó consistencia y envolvió el sonido en un tono agresivo de características metálicas, marcando así las diferencias con respecto a las anteriores etapas de sus compañeros.

Teniendo a Scott detrás del micro, no podían perder la oportunidad de recordar alguno de los éxitos de su ex banda. Sonó Crackerman, y a Weiland se le notó feliz jugueteando con un megáfono para distorsionar su voz.

La actuación entró en una dinámica electrizante cuando irrumpieron con Illegal i Song, Fall To Pieces, Big Machine y Set Me Free. Con el público caliente y entregado al delirio, Velvet Revolver dieron un golpe de efecto en el momento preciso. Apareció Izzy Stradlin y ante el júbilo de los más fervientes seguidores de Guns n' Roses atacaron con Used To Love Her y It's So Easy. Y así, inundar el recinto del espíritu de una banda mítica y una época gloriosa.

Tras volver Izzy al anonimato y después de que Weiland disfrutase como un condenado con Sex Type Thing, el concierto entró en su tramo final.
Slither cerró la lista de temas de Contraband y, paradójicamente, Negative Creep, de Nirvana, una de las bandas que provocaron el declive del movimiento del que Guns n' Roses fueron abanderados, puso la guinda al pastel de 80 cortos minutos Rock & Fucking Roll, tal como se podía leer en el telón de fondo del escenario.

Guns n`Roses es historia escrita. Contraband es una historia por construir. Es una equivocación encerrarse en la nostalgia y hacer comparaciones. Dure lo que dure, este nuevo proyecto de terciopelo tiene la suficiente vitalidad para sostenerse por si solo, sin vivir del pasado, aunque no reniegue de él.

Los encargados de abrir el concierto fueron Backyard Babies, considerados en su momento como los posibles sucesores de Guns n’Roses. A pesar de que su momento de mayor gloria ya pasó, expusieron un enérgico directo con oficio y entusiasmo.




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