Spiritual Beggars es un grupo que bajo el liderato del genial guitarrista Michael Amott (también máximo responsable de los metálicos Arch Enemy), ha ido creando un proyecto consistente con álbumes como Ad Astra (1999) y On Fire (2002). Ahora, en el 2005, han conseguido completar uno de los trabajos más competentes y competitivos del año. Un álbum que debería significar su reconocimiento como una de las bandas más creativas del metal actual.
Y es que Demons, contiene los ingredientes necesarios para alcanzar el status de adquisición imprescindible para todos quienes busquen composiciones que traspasen las fronteras del tiempo y posean un irresistible carisma.
Para alcanzar sus objetivos, Amott se rodea de un compacto equipo formado por Ludwig Uit (batería), Per Wiberg, procedente de Opeth, (teclados), JB a las vocales y el más reciente incorporado, el bajista Sharlee D’Angelo, también procedente de Arch Enemy.
La música que nos ofrecen estos profesionales es atemporal porque conecta el antiguo universo de Black Sabbath con la etapa más moderna de grupos como Cathedral o Paradise Lost. Esta es la referencia principal para situar sus coordenadas musicales. A partir de esta premisa, el contenido nos envuelve en su particular y absorbente dinámica.
La intro inicial (Inner Strenght) ya es toda una declaración de intenciones con su marcada influencia sabbathica; mientras que Throwing Your Life Away, nos introduce de lleno en atmósferas pesadas con un par de riffs de lo más excitantes junto a un ritmo que nos recuerda a los Cathedral de sus mejores momentos.
Una de las habilidades de Michael Amott es su capacidad para gestionar con desenvoltura diversos giros rítmicos que inciden en el desarrollo de cada tema, siempre apoyado por las irrupciones del resto de instrumentos y un vocalista que sabe ocupar su lugar en la justa medida en que lo requiere cada canción, bajo una creatividad deslumbrante.
Así, nos encontramos con Salt In Your Wounds, con un metálico riff de afinación grave, seguido de virtuosas variaciones guitarreras que desembocan en un enérgico solo, todo con un personal respaldo del bajo. En One Man Army, se citan dos vertientes diferenciadas; por un lado, Amott nos deleita con un riff de armonía pegadiza y, por otro, contrasta con unas guitarras desbocadas que rozan la anarquía rítmica.
A medida que los temas se suceden constatamos su versatilidad, la riqueza de matices y las variables estructuras que los componen, en un alarde de imaginación abrumadora, sin espacio para la mediocridad.
En Through The Halls, la voz de JB tiene un mayor protagonismo en sus primeros compases, junto a un marcado ritmo de batería que, seguidamente, da paso a agudas armonías y cortantes trallazos de guitarra y un final con teclados de influencias setenteras.
Treading Water, contiene ágiles y crujientes armonías y un corto pero genial solo, con la voz incursionando en los terrenos de Dave Windorf, de Monster Magnet. Dying Every Day, se inicia con un wha-wha acompañado de un ritmo distorsionado de bajo y consistente batería; de repente, cambia el ritmo hacia un tono más pesado y distorsionado con final psicodélico alucinante de agudas guitarras y teclados.
La misma diversidad de estructuras se mantiene el resto de temas, Born To Die (que incluye un reprise orquestado), con un riff que recuerda al Ted Nugent de sus comienzos; In My Blood (otro tema de aroma sabbhatico); Elusive (bajo el influjo de Led Zeppelin) y Sleeping With One Eye Open.
Queda por reseñar, No One Heard, un curioso desliz con JB de protagonista, en plan crooner.
Demons es un vigoroso ejemplo de cómo la calidad está sobre las modas. Antológico, brillante y equilibrado, todo un derroche de facultades interpretativas. Una verdadera joya para deleitarse hasta la saciedad.