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OT: ¿Qué tiene de malo? - especial de musica
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OT: ¿Qué tiene de malo?

Un artículo de JBA || 15 / 12 / 2002

No creo que cualquiera que haya leído mínimamente artículos anteriores de esta publicación, tenga demasiadas dudas en torno a la dirección de estas líneas. No hay aquí deseo alguno de vender el producto, implicación mínima en los intereses, ni afecto inexplicable por ninguno de los personajillos. Por ello, en concordancia con la raíz del problema, una campaña de marketing basada en la simple rentabilidad interesada, libres de ella sí se puede hacer un discurso más obvio que sincero, tan cáustico como lo exigido, y que responda de la forma más natural a la pregunta que estos días hace una campaña publicitaria victimista.

¿Qué tiene de malo?

Pues bueno, de raíz, todo.

De la casa al bus, y de ahí a la pandereta



Se suponía crítica descarnada el 'Show de Truman', en donde un Carrey lanzado a actor ofrecía estupor inconcebible a un público receptivo. Ese debate fácil entre la lucha entre el interés chismoso y la defensa de la intimidad. Pero llegó el Gran Hermano con una edición cargadita de putas, paletos y patanes (descripción con mero ánimo de rigor), y las audiencias reventaron. Luego siguió la pesadilla en un Bus de tonterías, donde de nuevo la gente acababa conociendo a personajillos meramente 'vulgaris', que probarían a compartir cuota de pantalla con la tribu de Paco Porras. Y visto que cualquier anodino personaje podía saltar a la fama, que era más rentable hacerlo con quienes a falta de tener que vender, lo vendrían todo, y de que costando menos conseguir, se vendía igual a una voraz y desorientada audiencia, llegaba la hora de aunar todas las ávidas pretensiones económicas y sacar más jugo al pastel. Y fue así como se planeó meter en el mismo saco al mundo de la música, acechado por la mano negra de la pirateria, que no es sino esa forma delictiva que responde al tráfico de intermediarios que vende cd's a precios bochornosos.

Pero apuntando aquí a ese tráfico de CD's en manta, en donde la solidaridad de boquilla de algunos cantantes flaquea ante los inmigrantes que los venden (pues ahí ya les toca el bolsillo), cabe reseñar que piratería de por medio, las cifras de ventas de los chicos del karaoke eran y son obscenas. Una forma de mantener impertinentes ataques a los viciados primeros puestos de listas de ventas, en dónde nombres serios ya llevaban un tiempo acechados por otros productos mediocres que habían comenzado a demostrar como, promoción por medio, la mediocridad era incluso más rentable.
Pero que sí estos tenían la ventaja de un inferior coste de producción con mayor rentabilidad tras el bombardeo sectario, en el caso de OT todo salía más barato: se vuelve al caso de quienes están dispuestos a vender todo y a cualquier precio. Más cuando lo que se vende no es suyo, sino un producto ligeramente firmado, en donde técnicos de sonido, letristas ajenos -una vez más, explotados- son quienes hacen el trabajo a las nuevas estrellas del necio mundo del corazón.

¿Que qué tiene de malo?



"Idolos, mentiras y Rock&Roll". Esta es la traducción libre de la película de Guy Pearce "Telling Lies in America", que narra la desdichada vida de un locutor de radio de aparente éxito, interpretado por Kevin Bacon. Su forma de hacer dinero es venderse a los distribuidores, promocionando así grupos en su programa de radio. Y por ello, en la lejana década de los 50, le persigue la justicia de su país por estar adulterando el mundo de la música.
Una broma en la actualidad.

Y es que mientras, en nuestra triste realidad, cierta emisora de radio -abanderada como nuestro símbolo musical en las ondas-, ha vendido muchas veces con orgullo que su clasificación de éxitos, acaba siempre correspondiéndose con la de las listas de ventas. Y puesto que la fórmula funciona indistintamente, y el público parece tragar todo igual ¿por qué no coger, comprar barato y seguir vendiendo? Al fin y al cabo, se consigue dar mucha variedad, diversidad, CANTIDAD, y con la tradicional explotación del total del precio del cd, en que el autor (en este caso, de una forma a lo Milly Vanilly) recibe las migajas.

Se ponen así los medios para, valga la redundancia, inundar los medios. Partiendo del "ente público" -que pese a las críticas, parece haber encontrado una vía de atenuar su gran agujero presupuestario- se indigna al colectivo de prensa especializada, a músicos de verdad, a otros de mentira que quieren seguir defendiendo su puesto, y con ello se inicia una campaña de protesta que les ha llevado estos días a cambiar el slogan. ¿Qué tiene de malo?.
Es la tercera vez que aparece la pregunta en este artículo, y sigue sonando demasiado obvia. Que le pregunten a Manolo García, que se le revuelve el estómago al oír sus canciones en boca de estos pipiolos, profanos en un mundo de creatividad y expresión personal como se le suponía al músico vocacional, no al del chorro de voz intérprete de bodas y bautizos, el de orquesta pueblerína a lo Manu Tenorio o el de la inabarcable Rosita de España.
Que le pregunten a cada uno de los verdaderos creativos, a los que se sientan en la penumbra a tratar de rebuscar emociones que transmitir por medio de notas musicales, con que reflejar un estado de su vida, en una elaborada y única forma de expresión. Y que luego ven acabar sus frases en el mismo estante, sufriendo idéntico mordisco de tiburón, dejándoles la misma calderilla.

Alguien dijo una vez que un día la televisión acabaría promocionando comer mierda, y que al día siguiente habría mucha gente haciéndolo. La profecía no ha tardado demasiado en cumplirse. Algunos, mientras, se preguntan qué tiene de malo.

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