Después de su larga trayectoria, actualmente, Marillion, están más allá del bien y del mal. Como dice Mark Kelly, nunca se han preocupado por las modas, menos aún en unos momentos en los que no les queda nada por demostrar, solo seguir su camino haciendo los que les viene en gana.

Somewhere Else es, ante todo, un disco sometido a un tratamiento que destila sensibilidad. Las composiciones intimistas, dirigidas por el excelente trabajo vocal de Steve Hogarth, acaparan la mayor parte del contenido, apoyado por un riguroso sentido de la sensibilidad instrumental, donde los teclados de Kelly, la batería de Ian Mosley, el bajo de Pete Trewavas y la guitarra de Steve Rothery, se reparten las partituras con una sutileza que transpira fragilidad. Ahí están ejemplos como Thankyou Whoever You Are, Faith o Somewhere Else, esta última con una parte final de sabor pinkfloyano, el que también se puede degustar en See It Like A Baby, uno de los cortes más accesibles.

En ocasiones, suben el termómetro energético para imprimir ritmo y mobilidad con canciones como Most Toys tan vibrante como de escasa duración.

Somewhere Else, continúa el enfoque musical de su anterior álbum, Marbles, manteniendo una línea estilista bien definida que aporta sonoridades atmosféricas arropadas por una capacidad creativa amena y concluyente.

Marillion, se nos muestran acomodados en unas coordenadas que saben manejar a la perfección, son maestros en su campo y nos ofrecen unas camposiciones revestidas de elegancia que transpiran efluvios sinfónicos, progresivos y psicodélicos de una forma tan sutil que resulta embriagadora.

Es un trabajo para dejarse llevar, como el viento de otoño que mueve una hoja seca que va dibujando círculos en el aire y, de repente, hace una pirueta rebelde para continuar planeando con dulzura hasta llegar al suelo. Eso es Somewhere Else.