Los murcianos Schwarz siguen transitando los caminos del rock menos obvio, ése que necesita varias escuchas para calar con fuerza en nuestros cerebros. Heavengazers, su sexto disco, es un nuevo paso firme en su trayectoria (ahora bajo el manto del sello Acuarela), fuente de constantes satisfacciones para los seguidores de la banda y para todos aquellos que disfruten con sus grupos de referencia, que irán apareciendo más abajo en esta reseña.
Schwarz se han desplazado hasta Alemania para darles la razón a todos aquellos que los tachan de practicar krautrock, y así nos encontramos con un disco con un sonido que fácilmente trae a nuestra cabeza a formaciones como Can o Neu, así como a grupos que han bebido de sus enseñanzas en algún momento de sus carreras. No extraña que según vayan pasando las canciones nos vengan a la cabeza los también españoles Manta Ray (poderosamente eléctricos en la instrumental Giallo, más áridos en Sound of Confucio), así como los siempre recomendables Sonic Youth (Angels), Stereolab (Sicksteen), Yo La Tengo (Fuzz Tanzz), My Bloody Valentine (Esoterica) o Fugazi (Spit, la instrumental que abre el disco). En definitiva, una lista con lo mejorcito de la música contemporánea menos complaciente, de donde parten Schwarz para elaborar un discurso propio a todas luces incontestable, y que gana enteros a cada sucesiva escucha.
Tal vez el único tema más accesible en un principio sea la irónica Our plan to conquer the world, donde suenan como unos Placebo distorsionados y malsanos (es decir, infinitamente más interesantes que el original). Por lo demás, las canciones han visto algo mermada su duración con respecto a discos anteriores, aunque hay determinados finales que se alargan bastante y quizá resten algunos puntos al conjunto. Todo sea por no sonar demasiado comerciales, suponemos, aunque estamos muy tranquilos al respecto: Schwarz nunca nos darían ese disgusto.