Con el estreno el pasado mes de junio de Esperando la Carroza, la distribuidora Sherlock Films parece haber emprendido una curiosa iniciativa, exhibir filmes cómicos a los que caracteriza haber constituido en su momento grandes éxitos en sus países de origen.
Ahora le toca el turno a Óscar (1967) –subtitulada con ocasión de su primer estreno en España Una maleta, dos maletas, tres maletas-. Una comedia francesa dirigida por Edouard Molinaro y protagonizada por el célebre histrión Louis De Funès.
Óscar adaptaba una farsa en tres actos escrita por Claude Magnier en 1958, que desde su estreno ha conocido en Francia miles de representaciones. El mismo De Funès la interpretó en cinco ocasiones sobre los escenarios entre 1959 y 1972, y John Landis volvería a adaptarla para el cine en 1991 con Sylvester Stallone en el papel principal.
La obra cuenta las desventuras de Bertrand Barnier (De Funès), un empresario que ve perturbado su sueño a hora temprana debido a la intromisión en su domicilio de uno de sus empleados, Christian Martin (Claude Rich). Martin pide a su jefe la mano de su hija (Agathe Natanson), le propone un aumento de sueldo, y le anuncia que ha estafado dinero a la empresa. Barnier intenta asimilar y remediar las declaraciones de Martin, pero sus esfuerzos terminan por implicar a su familia y la servidumbre en malentendidos y complicaciones cada vez más delirantes.
Óscar es un vodévil, género basado en intrigas sentimentales y confusión de personalidades. Hasta hace poco destacaba como una de las manifestaciones más populares entre los aficionados a las tablas. Los tiempos cambian, y esa mecánica teatral de entradas y salidas frenéticas por parte de los personajes, de revelaciones disparatadas y finales apañados, delata todo su artificio. Entre nosotros, Fernando Trueba ha abordado el vodevil cinematográfico con regular fortuna (Sé infiel y no mires con quién, Two Much). Pero es un género en decadencia.
Edouard Molinaro tampoco es que se esfuerce mucho en disimular el origen de Óscar, ni en aliviar los evidentes trucos de la historia. La película se desarrolla en un único escenario y avanza a través de conversaciones de dos personajes, uno de los cuales desaparece a toda prisa para dar paso a otro que multiplica los equívocos. Habitualmente es De Funès el centro de la función. Aunque hay críticos que no pueden soportar su estilo, resulta gracioso transmitiendo avaricia, ira o desesperación. Le secunda un reparto que en buena parte también había representado la obra en vivo. La conjunción entre ellos es perfecta, aunque los estereotipos de género y clase que encarnan han quedado desfasados.
Una farsa simpática, que puede descubrir a los espectadores más jóvenes un tipo de espectáculo teatral en extinción y al actor Louis De Funès.