El fan de Los Simpson veterano, haciendo algo de esfuerzo, puede llegar a considerar que hasta la temporada 14 las cosas seguían valiendo la pena. Cierto que durante la 13, con Al Jean ejerciendo de guionista jefe en solitario en un puesto que sorprendentemente no ha abandonado desde entonces (las rotaciones habían sido clave para su frescura tiempo atrás), el humor había languidecido y sus rasgos se desdibujaban, pero aún era posible atender a sus episodios sin un excesivo padecimiento.
Desde entonces Los Simpson han ido degenerando hasta un extremo en que solo su enorme poder de marca explica que haya alguien aguantando al otro lado de la pantalla. Alguien que, difícilmente, sea un fan de la primera época. Porque al fin y al cabo, ¿puede ser uno fan de unos rasgos tan marcados, y seguir siéndolo de otros que suponen todo lo contrario?
Sea como fuere, lo que definimos como la agonía televisiva de Los Simpson, se prorroga dos años más, extendiendo su alcance hasta 2017 con las temporadas 27 y 28 recién acordadas. Lo anuncia la Fox, por medio de un comunicado de prensa en que interviene el propio Homer para explicar que “he durado más que Letterman, Jon Stewart y McDreamy, porque tengo algo que ellos no: una costosa adicción de 200 donuts al día”. Visto lo visto, no sería de extrañar que hasta en la nota de prensa hubiera un patrocinio para rentabilizar el anuncio...
Cuando se cumpla con ambas temporadas, Los Simpson extenderá sus marcas hasta superar los 600 episodios. Algo que tendrá un coste que podrán reconocer sus fans: la que un día pudo considerarse la mejor serie animada, de humor, o la mejor sin calificativos, acumula ya la suficiente cantidad de episodios infumables como para ser considerada una serie mediocre globalmente.