Hablábamos hace unos meses de cómo EA había pasado de querer engullir a Rockstar, a estar en una situación bastante más delicada. Esta misma semana recogíamos también cómo la última versión de Madden no había calado hondo en las cifras de ventas, a pesar de los elogios casi unánimes de la crítica especializada. Desde la propia compañía se expresaba su decepción porque "un incremento en la calidad del título no se haya reflejado en las ventas" (con una caída del 15% respecto el año anterior), y los inversores ven débiles a sus acciones.
De hecho, en una de las notas de Deutsche Bank asesorando a sus clientes -que da una idea de la importancia económica del sector del videojuego- se afirma en tono pesimista que "creemos que la ausencia de un producto verdaderamente fuerte en su listado de ventas y escasas franquicias para el periodo vacacional han limitado el crecimiento de las acciones".
A pesar de ello, desde la publicación se recuerdan los títulos venideros que empiezan con el inminente Need For Speed: Shift (una de sus franquicias más populares), y siguen fuerte con The Sims 3 en noviembre, Mass Effect 2 o el esperado Brutal Legend. Todos parte de un catálogo que subirá las cotizaciones y inclinará con toda probabilidad la balanza de los analistas (en Wall Street 12 recomiendan su compra por 14 neutrales y cinco que consideran que hay que vender) a una posición favorable.