Miyamoto tiene sus sagas preferidas, y estas no siempre coinciden con la del público. Así, el creativo se confiesa gran fan de la saga Star Fox, una de sus debilidades, pero ante su incomprensión admite que en Japón no tiene la suficiente aceptación y que cuando está inmerso en uno de sus desarrollos siempre alberga un optimismo que luego le decepciona a la hora de hacer caja.
No es lo único extraño en su obra. Zelda, una de las sagas más veneradas y rentables podría no haber visto la luz, por la oposición de Nintendo a rasgos que consideraba no tendrían suficiente éxito en la audiencia. Algo que curiosamente se repite en otros momentos, como cuando llega la hora de dar nombre a Wii, y por motivos quizá más comprensibles, la que hoy día es una de las marcas más reconocidas del videojuego se tambalea como opción.
Además de eso, a lo largo de la entrevista concedida a MTV, Miyamoto dejó caer otras curiosidades, como que Kirby iba a llamarse Tinkle Popo, y subrayó principios del videojuego elementales en su propia reformulación del llamado Teorema de Nolan: los juegos han de ser fáciles de entender y divertidos de jugar (por el "fácil de entender, difícil de dominar").