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Videojuegos CRIMINALES

Cuando ruge la ignorancia

Un artículo de MG || 16 / 6 / 2001

Este mundo está lleno de peligros: el cine, sus historias de delincuentes inmorales inspiradoras de las grandes desgracias de este mundo; la música, plagada de grupos satánicos que pervierten a los jóvenes abocándolos al camino del mal; y, sí, los videojuegos, la razón última de la degeneración infantil y de esos uraños que Stephen King llamaba "los niños coco"... Dios nos salve de esta locura.

La verdad es que son pocos los sectores que no han caído alguna vez en desgracia de estos profetas mesiánicos que encuentran diablos y fantasmas en los más insospechados lugares. Poca o nula debía ser en principio su relevancia, pero ahí siguen erre que erre, repetiendo su monótono discurso inquisitorial en esa eterna caza de brujas a las que lamentan no poder quemar.

No hace demasiado tiempo, en la incultura dogmática del enloquecido movimiento Taliban, una de las cruces se puso sobre el fenómeno Pokemon. Resultaría cómico creer que Pikachu y compañía son un ejercito de las tinieblas mandado para conspirar contra la sagrada unidad ideológica de esta pandilla de trastornados, de no ser por el hecho de que para la defensa de sus valores divinos, esta gente no se anda con chiquitas y corta cuellos como quien abre melones. Pero excusándolos en su primitiva barbarie, en la incoherencia de quienes cogen el irracional instrumento del dogma para usarlo en beneficio de sus caprichos esquizofrénicos, parece que nos olvidamos que no sólo en esas tierras lejanas hay "tontos haciendo tonterias".

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El cine es un claro peligro con su violencia gratuita... claro, que si cuesta casi mil pelas una entrada... ¿no será tan gratuita no?

En la moderna y cívica sociedad de los avances, entre tanta novedad que a muchos asusta, sigue habiendo demasiado retrogrado nostálgico de la peonza, mucho demagogo del peligro que encuentra las razones de los problemas actuales no en las personas que los causan, sino en todo aquello que le huele a raro y que no entiende muy bien.

Ha pasado en todos los sitios, en el cine deberíamos estar rehaciendo una y otra vez "sonrisas y lágrimas", marginar a los Tarantino y demás locos trasnochados al manicomio del cual nunca debieron salir, y hacer del cine un lugar de eduación y no de deformación para las maleables mentes humanas (habrá quien lea esto, y me dará la razón al no apreciar sarcasmo). En la música, Marilyn Manson y sus secuaces deberían estar igualmente internados, y sus CDs utilizados para rememorar eternamente los tiempos de "Los Brincos" y otras glorias de la melodía hortera.. Y adiós al manga y su perversa influencia violenta y sexual; a los cómics, plagados de vengadores enmascarados que no hablan sus problemas en vez de liarse a tortas; a ese internet que tanto han promocionado como medio sexual, y, ya puestos, a esas peligrosas chocolatinas que el diablo carga de edulcorado caramelo, y que tan culpables son de la mala alimentación de las nuevas generaciones.

Pero si ha habido que esperar al 2001 para criminalizar a los Pokemon en el mundo fundamentalista, debía cuando menos chocar -y preocupar- el dato que varios años antes ya se había hecho en países como el nuestro. Cuando la serie de dibujos inspirada en el videojuego se emitía sólo en Japón, una escena de intensos efectos lumínosos causó un desafortunado incidente que acabó con varios niños hospitalizados por reacciones epilépticas. La "lógica" consecuencia fue indemorable: informativos anunciando el peligro de este videojuego (no llegaron a entender que los causantes habían sido los dibujos animados de la TV) y una excusa fácil para crear convulsión y confusión a la vez que se arremetía de modo difamatorio contra esta inocente forma de entretenimiento.

Desde un principio, bichos raros



Mientras la década de los 80 incorporaba los ordenadores domésticos a una cantidad importante -aunque incomparable con la actual- de hogares de todo el mundo, la generación precedente, criada bajo la absorbente afición a la comba, la peonza y el siempre creativo puzzle, empezaba a mirar con inquietud a esos nuevos y misteriosos aparatos.

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Hundra fue uno de los juegos de Dinamic con erotismo de portada. Pese a que este es y era un recurso habitual en publicidad, cine, etc. su llegada a los videojuegos dió para escandalizar a algunos

La escasa relevancia del género en un primer momento, sólo dió para algún que otro documental para días sin noticias en que tímidamente se comenzaban a apreciar los peligros de ese nuevo entretenimiento. Probablemente ante la carencia de recursos gráficos que dieran para sospechar de maliciosidad alguna, lo único que se echaba en cara era el efecto autista que supuestamente ejercía sobre el usuario, el peligro de aislar al individuo del mundo exterior donde seguían brillando sus primitivas aficiones. Aún no sabían de los juegos en modo cooperativo, y poco sentido tenía que los ordenadores tuvieran dos mandos, ya se podían ir quejando de algo, y por suerte compañías como nuestra Dinamic llegarían en breve y con sus carátulas de desmedidos senos escotados, fundamentarían nuevas quejas pues la inocencia juvenil estaba irremediablemente amenazada...

Pero de ahí a lo que viene pasando últimamente, hay un salto cualitativo que manifiesta ignorancia e incoherencia por partes iguales. Ante el desarrollo gráfico alcanzado por las nuevas tecnologías, unido al mayor arraigo del videojuego que ha hecho que entre en la mayoría de las casas (los reyes magos dejaron los aburridos muñecos de plástico en el pasado), y con el agravante de que el discurso anti-cine parece que ya ha decaido por su tono ridículo, son los videojuegos el nuevo centro de atención.

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El fenómeno Tamagochi, vino acompañado de su repectiva polémica. Podía destruir psíquicamente a los niños, o algo así

Para quienes hemos tenido la suerte de disfrutar tantos años con aventuras intensas, para los que crecimos arruinando los planes del descontrolado Donkey Kong, nos emocionamos poniéndonos en la piel de Guybrush Threepwood, y combatimos contra los zombies creados por la negligencia de Umbrella en la penumbra de nuestros cuartos, no puede menos que provocarnos algo de indignación ver la falta de tacto y de respeto.
Ya se comentaba en el especial de Metal Gear Solid los sorprendentes argumentos utilizados para culparlo de apología del consumo de sustancias estupefacientes, pero es que este no fue sino un caso más, que sirvió para que en los medios de comunicación anunciaran los terribles daños a los que aboca el videojuego a la juventud moderna.
Para ello sacaban a algún otró psicólogo y psiquiatra, que siempre viste y siempre hay alguno con opinión apropiada. Y si hasta se quejaron del pequeño Tamagochi, que no iban a decir de cosas más complejas...



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