De negarle la posibilidad de ser competencia real, a verlo como una auténtica amenaza. Y todo sin ni tan siquiera considerar a Apple como un verdadero rival, en vista de que Satoru Iwata está más cerca de considerarse un admirador de la compañía como demuestra que él mismo sea usuario de iPhone y de un portátil mac.
La cuestión es que las cosas cambian y la diferencia de precio en el software y el amplio mercado de Apple, empiezan a inquietar de forma proporcional a la pérdida de repercusión de Wii y Nintendo DS. Esto último, consecuencia del lógico agotamiento de dos productos que no pueden dar más de sí, aunque Nintendo no parezca consciente del todo de la situación: por mucho que nieguen la versión HD, la reducción en tamaño o cualquier modificación para Wii, Nintendo DS sí volverá a experimentar un giro más de tuerca con la versión Dsi LL, en que se limita a incrementar el tamaño de la pantalla.
"Si no podemos dejar claro a los consumidores por qué han de pagar mucho más dinero en el software y hardware de Nintendo y diferenciar nuestros productos del software del iPhone, nos aguarda un oscuro porvenir", afirmaba Iwata. Su compañía no obstante sí se ha acercado a algunas de las estrategias de iPhone al añadir el sistema de descarga de Nintendo a la portátil, y las especulaciones sobre una eventual incorporación del 3G también caminarían en esa línea. Con todo, lo mejor es precisamente lo que les separa de ser un terminal móvil y que hace que los mejores juegos de iPhone, con un potencial técnico muy superior, caigan por su propio peso: los controles. Ingobernables en gran parte del catálogo del iPhone, en demasiados casos limitan los géneros y reducen sus propuestas a curiosidades anecdóticas o simplemente interesantes. Algo que parece difícil de resolver y que sigue dejando a Nintendo por encima del iPhone (todo mientras PSP todavía camina buscando una dirección, apoyada ahora al 100% por una Sony que tras recuperar a Playstation 3 quiere poner toda la carne en el asador con su portátil). La batalla está servida.